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Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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ENTRE el estupor causado a la gente de bien por la matanza de los quinientos niños y mujeres en el colegio de Chechenia se están abriendo camino algunos comentarios nada inocentes: los que insinuan que «la crisis no se gestionó bien» y que puede que a Putin «se le fuera la mano». De ahí a insinuar que tanto los rusos como los secuestradores son igual de malnacidos sólo hay un paso. Y lo han dado, por ejemplo, los ministros de Exteriores de la UE. Pésimo asunto cuando se argumenta la muerte en términos de geopolítica. Uno sólo puede escribir en conciencia de lo que vio estos días en televisión: centenares de niños secuestrados a punta de metralleta y luego muertos a bala, desnudos, deshidratados y casi todos por la espalda, cuando intentaban huir de unos energúmenos fanáticos de Alá, el que es clemente y misericordioso, según se lee en las suras del Corán. Menos mal. Chechenia, que es un país tan pequeñín como Asturias, por ejemplo, y con igual número de habitantes, pero con más calor, y del que nadie había oído hablar hasta hace poco, arrastra seguramente tres desgracias geopolíticas: tener petróleo (por eso Stalin deportó allí a miles de eslavos y Hitler quiso hacer lo propio, pero no pudo, en la segunda guerra mundial), ser frontera entre dos continentes y etnias, a cada cual más bestia, y, sobre todo, caer en medio de una guerra de religiones entre popes ortodoxos de la cruz e imanes de la media luna, también a cada cual más barbudo. Pero la infamia de los chavales fusilados es otra cosa. Las cancillerías europeas dicen que lo del 11-S estuvo mal y que lo del 11-M fatal, pero que lo de Chechenia pudo ser evitado. Hasta Alfonso Guerra aseguró el domingo en Rodiezmo que «el terrorismo no se combate asaltando un colegio». Lástima que no especificara quién lo hizo el primero. Pero el otro día en Chechenia lo tenían claro, cogieron a uno y lo lincharon. Es lo que tienen de bueno los juicios rápidos. Pena que no lo retransmitan en directo. Como el crimen.