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B. CABEZAS GONZÁLEZ-HALLER SOCIÓLOGO
León

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EL PRIMER curso político del gobierno del PSOE se inicia con acuerdos sobre el presupuesto, o sea, sobre el dinero que ingresará y gastará el Gobierno. Bueno sería acompañar al modo de gastar con principios de ética. El Gobierno, con el acuerdo de los partidos progresistas, piensa dedicar más dinero a los servicios básicos, que son deficitarios. Pero no podemos decir que con dedicar más dinero a servicios sociales, a investigación, a sanidad y educación, sectores con grandes carencias cuantitativas (todos necesitan más y mejores infraestructura) y cualitativas (todos necesitan más personal con ética y conocimiento), sea suficiente. Porque sí ponemos más dinero a disposición de los ministros y lo utilizan para que las empresas, asociaciones y fundaciones, que obtienen demasiados beneficios a costa del presupuesto, sin mejorar la calidad de las obras y servicios, pues no se logrará el objetivo. Hasta el presente hemos percibido una diferencia notable en las conductas y actitudes de los políticos: en las campañas electorales, los ciudadanos somos mimados, acariciados y besados por los políticos. O sea, somos tratados como sujetos, merecedores de todos los derechos y todos los beneficios. Y, no sólo eso. Es que cada partido se presenta como el único capaz de resolver todos los problemas. Sin embargo, una vez posicionados en el poder cambian de actitud, se dirigen a los ciudadanos como amos, y no se bajan del coche oficial. El curso político, para ser un buen curso, debe ser sincrónico y coordinar: A) las competencias de todos los niveles: Estado, comunidades y ayuntamientos, para constituir unidad en las acciones destinadas a los ciudadanos. Las competencias, tal como se utilizan, en la mayoría de los casos, se convierten en barreras a la buena gestión. Hecho que perjudica a los ciudadanos. B) coordinar los recursos humanos para que haya unidad en las calidades de los servicios. C) coordinar los programas, para que haya homogeneidad en la calidad y en la cantidad de servicios de todas las comunidades y de todos los ayuntamientos. D) coordinar el control del gasto: contratar a precio justo y que las empresas hagan las obras o realicen los servicios con equivalencia a lo que se le paga. Sí desde el Gobierno no se trabaja en esa dirección, no le podremos aprobar en junio, ni en septiembre y, tampoco merecerá la opción de repetir legislatura. Zapatero, pidió critica. Pero a los críticos, en una sociedad programada para no preocuparse de lo que hacen sus gobiernos, somos ignorados. Pero hay que tener presente que el mundo avanza gracias a los analistas críticos. En realidad, lo que tenemos que ver es si el nuevo Gobierno, los anteriores (el de Felipe y el de Aznar) ya comprobamos que no lo hicieron, sale de los lujosos despachos a patear la call, y visita con frecuencia hospitales, escuelas, centros del trabajo, o comen el plato del día en los restaurantes sociales. Porque si siguen viendo el país desde el Audi de lujo o desde el avión y comiendo -a nuestra cuenta- en restaurantes de lujo o gastando dinero en publicidad, cultivando la práctica de la demagogia para seguir alimentando la continuidad de un sistema político y económico que vemos que no nos da calidad de vida. Todo lo contrario, nos angustia y nos aprieta cada día más la tuerca, con salarios bajos, impuestos, inseguridad, sanidad deficiente y vida cara, pues no le podremos aprobar. Ya va siendo hora de que los juegos de la política dejen de ser cerrados, contra la mayoría de los ciudadanos para beneficiar a una minoría. Mientras no sea el juego abierto, no podemos decir que vivimos en democracia. Por ejemplo, entrar en el juego abierto, es que en las escuelas, en los institutos, en las universidades, se analicen, como parte de la enseñanza, los acuerdos que toman las corporaciones sobre el diseño de las ampliaciones de la ciudad en la que vivimos, o que en las televisiones, especialmente y en todas las públicas, haya debates frecuentes y cruzados entre políticos y profesionales ajenos al pesebre (a ver que contenidos nos trae la señora de la TVE en el nuevo curso político). No es suficiente el debate en el parlamento, los presupuestos del Estado -y las políticas que se hacen con ellos- requieren amplias discusiones entre políticos y técnicos y ciudadanos. Porque mirándolo bien, la actual forma de hacer política no implica a los ciudadanos, todo lo contrario, los aburre. Y mientras los ciudadanos no se impliquen y discutan sobre los destinos y efectos de los impuestos que pagan, no serán sujetos, sino objetos, con los cuales se puede jugar, que es lo que viene sucediendo. Está claro: ¿Si tuviéramos tantos debates sobre cuestiones relevantes de las políticas sociales como partidos de fútbol o programas basura, quizás, estaríamos en una sociedad realmente informada y formada? El cinismo se eleva cuando algunos políticos, por razones de conveniencia, dicen que el pueblo nunca se equivoca: Ni se equivoca ni acierta, porque es pasivo. Y la pasividad nos hace impotentes. ¿Por qué no hay reacciones de los ciudadanos ante los terrorismos de Estado y de los otros? Si los ciudadanos nos implicáramos, por ejemplo los de León, no permitiríamos de ninguna manera, que el monte de San Isidro se convierta, con la aprobación de la corporación y de la Junta -que lo debían evitar- en negocio. Creo que esos terrenos se los regalaron al obispado para hacer lo que conocemos como seminario menor, y ahora lo vende. Esto ocurre, porque los ciudadanos no defendemos lo importante: el medio ambiente. El Colegio de Arquitectos publicó, hace poco un libro que deja claro que, el desarrollo de la ciudad de León ha sido víctima de un crecimiento «sin estructura clara de conjunto». Siendo esto así, y comprobado los problemas que ello implica (atascos, consumo innecesario de carburantes y, por tanto, más contaminación, más tiempo perdido, más accidentes), ¿por quése sigue haciendo peor, y no sólo en la ciudad, en el conjunto de los ayuntamientos que forman la unidad de León? Construir mucho sin prevenir la intensidad de coches y sin hacer previamente grandes avenidas es un disparate que impide el desarrollo sostenible en presente y futuro. Las rondas no resuelven el problema; el problema se resuelve con avenidas rectoras. Crecer sobre las antiguas carretera es no tenernos respeto. ¿Qué va ocurrir en la carreteras cuando en la periferia haya más gente que en la ciudad? ¿Horas de atascos?. Hace falta una visión sensible de la ordenación del territorio para que el urbanismo sea sostenible en el tiempo y la funcionalidad y calidad de los núcleos urbanos sea la deseable. El Colego de Arquitectos, la Cámara de Comercio y en general todos los ciudadanos debemos intervenir para que los ayuntamientos eviten el crecimiento, sin avenidas anchas, paralelas y perpendiculares entre sí, para lograr una movilidad aceptable. Evitemos el caos antes de que sea imposible. Volviendo al curso político, creo que no procede dar tantas voces, más bien deberían pedir perdón, para subir las pensiones de las viudas, más o menos unos veinte euros, porque seguirán teniendo una pensión miserable y muy por debajo de las de la vieja Europa. Y lo mismo podemos decir de la mayoría de los pensionistas. Digan la verdad, que tal como está estructurado el sistema, tiene que ser así. Hay que poner de moda la verdad en política.

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