Diario de León

DESDE LA CORTE

Tacaños ante los libros

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

Creado:

Actualizado:

ESTE GOBIERNO nos va a volver majaras. Por improvisaciones, globos-sonda, reflexiones personales y ocurrencias diversas, suscita debates que duran 24 horas, desconciertan al ciudadano y regalan discursos a la oposición. El último ejemplo ha sido el del director general del Libro, en un memorable ejercicio de confusión de los deseos con la realidad. Sus deseos son que desaparezcan los descuentos de los libros de texto que se practican en las grandes superficies. Con tal fin anunció que el año próximo deberá estar lista una ley que los prohíba. La realidad es que el mismo equipo que dice pensar eso, lo que piensa de verdad es todo lo contrario: que los libros de texto han de ser gratuitos. Así lo reveló la vicepresidenta Fernández de la Vega. Para empezar, ignoro qué se le ha perdido al Gobierno central en esta materia. La educación, para desgracia de la solidez del sentimiento nacional en algunos lugares, está transferida a las Comunidades Autónomas y, en uso de tal competencia, los libros de texto ya son gratuitos en algunas. Y para continuar, cuando un director general habla de una ley en un plazo determinado, se supone que responde a un programa de su departamento. Pero seamos benevolentes, dejémoslo en anécdota y vayamos a lo sustancial. Mal debe andar un país cuando el simple anuncio de la supresión del descuento en la compra anual de unos libros provoca tanta polémica, promueve la movilización de organizaciones sociales y agita el debate político. Mal debe andar la inquietud cultural de los habitantes de ese país cuando comprar unos libros resulta un sacrificio económico insoportable para tantas familias. Y muy poco debe importar la formación, cuando ese dinero de los libros parece el dinero peor gastado en tantos hogares. No existe la misma tacañería cuando se acude a las tiendas donde se venden vestidos, zapatillas y complementos inútiles, que resultan carísimos simplemente porque son de una marca de moda. Esto sí que debería resultar inquietante para el director general del Libro y la ministra de Cultura. Si no existiera esa fobia social al esfuerzo económico de comprar un libro, el descuento de las grandes superficies no sería determinante para tanto consumidor. Si hubiera la costumbre social de entrar en las librerías con la misma normalidad que se entra en una farmacia, el pequeño comerciante no viviría al borde de la asfixia económica. Y si el Gobierno se preocupara de que los textos no cambien cada año, como si hubieran cambiado la historia, las matemáticas o la geografía, no habría esa sensación de estafa que estos días se siente en los hogares. Todo eso es el problema. Los descuentos sólo son la manifestación de una enfermedad social.

tracking