TRIBUNA
Camino de Santiago, ¿Premio Príncipe de Asturias?
DESDE hace doce siglos, la peregrinación a Santiago de Compostela, tiene una motivación religiosa. Esto empieza a no estar tan claro desde hace unos veinte años aproximadamente. Si en el año 1980 el arzobispo de Santiago entregó no más de 260 compostelas, acreditaciones de peregrinación ortodoxa y completa a la Santa iglesia Catedral, a la Tumba del Apóstol Santiago (Apóstol y Discípulo de Nuestro Señor Jesucristo, dicho sea para jóvenes estudiantes de la nueva España, que ya no estudian religión y apenas Historia de España) en 2004 serán más de 150.000. Una Catedral de Santiago que iniciara el Rey de León Alfonso III y que consagrara el obispo de Iria Flavia, nacido en tierras también de León, en la ribera del Esla por más señas, Sisenando de Aleje, natural de Aleje cerca de la villa de Cistierna, puerta de los Picos de Europa, más abajo de Riaño (León). Por eso, no deja de tener su gracia, su inquietante sorpresa, que el actual Rey de España, el Borbón Juan Carlos I, nos discursease el 25 de julio pasado desde Santiago hablando del «espíritu gallego» del «genio gallego», dando tal vez alas a los actuales nacionalistas y separatistas de Galicia, sin aclarar que entonces esa pretendida «Galicia constructora» era y fue todo el Reino de León, o sea las actuales Asturias, Cantabria, Galicia, Región leonesa, Extremadura y parte de Castilla la Vieja. Confusión sobre confusión. Sorprendente -para mí realmente inquietante- en la máxima instancia del Estado actual o en quien elabore sus discursos¿ (¡!) Dice Mariano Rajoy que Rodríguez Zapatero, líder del Partido Socialista y presidente del Gobierno de la nación, «no sabe dónde va». Pero habría que preguntarse: ¿Sólo es Rodríguez Zapatero el que no sabe a donde va en esta atónita y patética España? El intento, una vez comprobada su innegable resurrección de los últimos veinte años, por despojar el Camino de Santiago de todo contenido religioso, de toda vinculación con la fe cristiana, de toda raíz exquisitamente católica y, por supuesto, eclesial de la Iglesia Católica es evidente, y cada vez más. Hasta se han hecho películas y documentales destinados a ello. Ahora se menciona a Goethe: «La conciencia de Europa se forjó peregrinando a Santiago». Pero claro, nada hay más sencillo que sacar frases de contexto, darles la vuelta y cambiar por completo el sentido originario. Vean esto: «El objetivo de la peregrinación a Santiago de Compostela es descubrir la identidad de Europa», como dijo Goethe. O esta otra: Europa quiere ser laica, y en consecuencia «la peregrinación a Santiago es y debe ser un peregrinación laica, como es Europa». En consecuencia, despojada de todo dogmatismo religioso. O esta otra: «Se puede peregrinar a Santiago sin tener fe, ni siquiera buscarla». Por lo tanto, «no hace falta fe para peregrinar a Santiago, ni siquiera es preciso plantearse esa cuestión de la fe». Etcétera, etcétera. Hace unos días, la televisión pública de José Luis Rodríguez Zapatero y el Partido Socialista que pagamos todos los españoles, llegó a decir en un Informe semanal que había una gran pluralidiad de creencias, costumbres y raíces entre los peregrinos. Francisco Umbral, desde su habitual columna, vino a decirnos no hace mucho que lo importante era que Ana Belén y Victor Manuel cantasen en la plaza del Obradoiro «con Apóstol o sin Apóstol». Lo cito textual. ¡Anda ya! ¡Lo importante es despojar a la Iglesia católica y a los católicos españoles de todo elemento identificativo. En eso están. Alguien tendría que dar la voz, -tal vez ya el grito- de alarma. Hay que prevenir a la Iglesia. Lo que, de otro lado, ha hecho también Manuel Fraga Iribarne, convirtiendo en una especie de nuevo ministerio de turismo de Galicia todo lo que hace a la peregrinación jacobea y los años santos compostelanos, es profundamente preocupante. En una España en que los niños -escribo desde Cataluña, y lo se- apenas estudian religión católica, manipular la historia, la religión y los sentimientos de la gente, sobre el caldo de cultivo de su ignorancia de los temas, es relativamente fácil. Lo que Goethe dijo fue dicho en un momento en que toda motivación era espiritual, religiosa, cristiana, católica. Eso hizo Europa. De ahí, jamás podrá deducirse que el objetivo del Camino es formar la identidad de Europa. Ni siquiera un viaje turístico de conocimiento y mutua interacción cultural. La tentación de convertir las consecuencias en causas y las causas en consecuencias, ni es nueva ni será la última vez que se intenta. Alerta pues. Ojo con la trivialización, descristianización, acatolicidad y todo esoterismo vacuo, que se pretende con descaro desde diversas instancias y medios. Suso del Todo en el El País del pasado día 8 de septiembre, (festividad de la Navidad de Nuestra Señora la Virgen María, de antigua tradición en España), lo dejó claro. Quieren que la Iglesia deje de controlar el Camino de Santiago. Pues bien: no hay un único camino, hay docenas de caminos a la tumba del Apóstol Santiago, que fue uno de los doce apóstoles, de los selectos Discípulos seguidores de Jesús y uno de los primeros Evangelizadores del mundo, hace dos mil años. Además de que ni el Evangelio, ni el cristianismo y la Iglesia son sólo para Europa. Mañana se podría ir a Santiago desde África, desde América y desde Asia y Oceánica. Al final, siempre estará la catedral que consagró el obispo católico Sisenando de Aleje y la tumba de uno de los doce, Santiago.