FRONTERIZOS
Ofrenda
LAS GRANDES religiones se organizan en culturas que ya no existen, inadaptadas al mundo actual. Mientras el ordenamiento político ha evolucionado al ritmo de la historia, «la Iglesia ha quedado anclada en un pasado que pocas gentes quieren recordar y repetir». No lo afirmo yo. Lo ha dicho el teólogo José María Castillo. Viene a cuento después de que el acto central de la fiesta de la Encina se viera de nuevo empañado por el debate de contenidos. Si el año pasado el obispo se quejó de la excesiva duración del discurso político integrado en el acto litúrgico, en esta ocasión son los políticos los que lamentan las críticas a las leyes sobre el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo, expresadas en su homilía por la autoridad católica. La ocasión es espléndida para replantearse qué sentido tiene que en una ofrenda festiva a la virgen situada entre la religiosidad popular y la tradición, se integre un discurso político. Que un alcalde se dirija a la Patrona del Bierzo para pedirle que favorezca la ampliación de las competencias del Consejo Comarcal o nuevos planes de reindustrialización para las cuencas no deja de ser una variante contemporánea de la copla en la que se solicita a la Morenica que llueva para que no se sequen los pimientos pero, en estos tiempos, suena igual de absurdo que plantear en un ayuntamiento una moción para debatir sobre el dogma de la Inmaculada Concepción. En cualquier caso, retomando a Castillo, posturas como las que mantiene la Iglesia me confirman en mi postura de que cuanto más me atraen los aspectos religiosos de la cultura, menos me interesa la política de las organizaciones que los representan.