Gaviluchos

EN LOS CENTENOS de Calaveras de Arriba, junto a Río Camba, la cosechadora levanta remolinos de paja. Un bando de cernícalos revolea junto a la máquina en pos de los saltamontes espantados al corte. Tomás para a revisar las cuchillas y echa una parrafada con el estrafalario sujeto que, prismáticos al cuello, vagabundea observando pájaros. -¿Qué?. ¿Ha visto algún corzo? Con la de hierba que tienen en el monte, no salen a lo limpio ni de noche, que saben latín ante el rifle. -No ando al corzo. Me interesa como les va, este verano, a las aves del secano. -Codornices sale alguna y hoy he visto dos polladas. Algo pasa, que este bicho va a menos. Se le pegan demasiados tiros y, con tanto sulfato, las enfermamos. -Lo que sí hay, es gaviluchos. ¡Una plaga¡. Dicen que los favorece el Icona para gusto de los ecologistas. Esta mañana, me siguen más de cien a la caza de saltipajos. Del tractor, no desconfían. -Los gaviluchos, en otras tierras, se llaman cernícalos, por quedarse quietos, cernidos, haciendo la cruz. Los estudiamos en Biológicas. Están protegidos y hacen bien al campo, que limpian de ratones, topillos y saltamontes. En el secano leonés, entre julio y septiembre, unos tres mil cernícalos primillas se congregan en pos del saltipajo de alas azules y rojas. Hugo Robles, Pedro P. Olea, Ángel de Frutos, Rubén Vera y Carlos Ciudad, zoólogos de nuestra universidad, han desvelado varios misterios de esta rapaz enana que, en unos días, migrará a África, como la golondrina. Solo crían en la provincia 23 parejas y la mejor colonia se asienta en la ermita de San Cristóbal, patrón de Matallana de Valmadrigal y de Los Oteros. Los casi tres millares de primillas que nos visitan en verano, durante la dispersión antes de irse a Mauritania, proceden de Castilla, Madrid, Extremadura y La Mancha. Desconoce Tomás que sus gaviluchos durmieron la noche anterior en la dehesa de Maudes, encinar de Gordaliza del Pino. ¡Lo que viajan tras el saltipajos!