EL BALCÓN DEL PUEBLO
Cuestión de ladrillos y cemento
PATÉTICO. El ex presidente del Gobierno y todavía del PP, al que Mariano Rajoy entregará la corona de laurel de la presidencia de honor en los primeros días de octubre, José María Aznar, ha declarado al periódico alemán Die Welt : «Hay un partido del odio en España, la izquierda, que está en el Gobierno». Aznar no ha asumido su adiós -por eso vuelve- ni la derrota de su partido en las pasadas elecciones. Rebusca en los desvanes los viejos fantasmas y los presenta en sociedad con técnica lúgubre de Apocalipsis now . No ha entendido, al día de hoy, que este país ya no huele a rancio como el viejo tocino. José Luis Rodríguez Zapatero le ha contestado de forma lacónica: «Esa palabra no existe en mi vocabulario». Heredó de su abuelo otros principios. Por ejemplo, la frase que rotuló en su testamento la noche antes de ser fusilado, en aquellas agonías del año 36, cuando las estrellas sudaban dolor en el cielo de León: «Muero inocente y perdono y pido a los míos que perdonen también». No voy a cebarme con la torpeza de José María Aznar. Ni siquiera me causa respeto. Desde este balcón estoy obligado a mirar, otro día más, a la Casa Consistorial: al pacto que se está enhebrando, hilo a hilo, como los tapabocas, para dar la vuelta al color de la corporación municipal. Ya sabíamos desde septiembre del año pasado lo que se decía en todos los mentideros políticos. Que había dinero caliente procedente del ladrillo y del cemento para engrasar el cambio de pareja en el Ayuntamiento de León. Lo voceaba con descaro algún ladrillero que no ejerce y da mucha guerra. Es un publicitario ruidoso. Lo que sucede es que en estos doce meses han ocurrido muchas cosas. Entre otras, la gravísima crisis orgánica de la Unión del Pueblo Leonés, con la escisión apadrinada por su fundador, José María Rodríguez de Francisco. Se fue agarrado del brazo de Covadonga Soto. Otros tres no movieron ficha: Joaquín Otero, Javier Chamorro y Alejandro Valderas. También que desapareciera de la escena azul del Partido Popular su edil más cualificado, Cecilio Vallejo. Por el contrario, la aparición en el escenario negociador de Emilio Jambrina, sin ser concejal popular ni dirigente local, provincial o regional, añade bastantes interrogantes a la situación. ¿En realidad de qué actúa? Debe recordarse que el ex edil se vio envuelto en un caso turbio, con obras dudosas en el matadero. Aunque la juez María Dolores González Hernando archivó la querella, la fiscalía la recurrió. La decisión última está en manos de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de León. Lo que percibo es que la operación política tiene una dimensión que sobrepasa con mucho a Javier García-Prieto, titular del Palacio de los Guzmanes, el mejor peón de brega que tiene la Junta en nuestra provincia; también a Mario Amilivia y, por supuesto, a López de Benito. Para que sea posible, la operación ha tenido que ser avalada en plenitud por el secretario regional del Partido Popular, Alfonso Fernández Mañueco, y por el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera. Ellos dos son los últimos responsables. Con todas las consecuencias.