Diario de León

DESDE LA CORTE

Ante un «nuevo» divorcio

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FERNANDO ONEGA
León

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SE ACABA de publicar una estadística: cada día se rompen en España cerca de 350 matrimonios. Si la cifra les resulta poco ilustrativa, les diré que es el doble de las separaciones producidas hace diez años. Los divorcios están comenzando a ser un hecho habitual en la sociedad española y, por lo tanto, un acontecimiento aceptado como normal. Quienes hemos vividos los tiempos en que uno se casaba para toda la vida, porque así lo mandaba la legislación vigente, todavía nos sorprendemos. Las nuevas generaciones asisten al fenómeno con gran naturalidad. Es uno de los cambios sociológicos operados en este país. El Consejo de Ministros que hoy se celebra en La Moncloa va a dar respuesta legal a esta situación: va a hacer más fácil la ruptura del contrato matrimonial. Simplificará los trámites y hará innecesaria, por ejemplo, la liturgia de la separación previa. Esta nueva reforma molestará a la autoridad eclesiástica, porque da nuevas facilidades para la ruptura civil de un sacramento, pero esto es un pecado venial al lado de los matrimonios gays y otras irreverencias que se anuncian. Encantará, en cambio, a quienes se ven aliviados en trance tan desagradable. Y, desde el punto de vista político, el Partido Popular, aunque quiera, no se puede oponer a algo que es de sentido común. No lo es tanto otra de las previsiones de ese proyecto de ley: que la custodia de los hijos sea compartida por el matrimonio disuelto. Ahí, el legislador -de momento, el ministro de Justicia-quiere adoptar una decisión salomónica, pero conflictiva. Para empezar, ¿cómo se hace? ¿Con un incesante cambio de domicilio de los críos? ¿Con un régimen tasado de visitas? Según creo, ambas posibilidades se contemplan en el proyecto de ley. Pero ambas se alejan de la realidad que se vive en cada divorcio. Naturalmente, habrá casos de separación amistosa donde eso sea posible. Pero, en la mayoría de las situaciones, aun tratándose de divorcios pacíficos y civilizados, se condena a las criaturas a una vida emocionalmente inestable. Un niño custodiado por un padre y, al mismo tiempo por una madre, pero en hogares distintos, tiene todos los números para vivir desorientado. Pero si, además, esos padres iniciaron una nueva vida de pareja, ese niño tiene todos los números para incubar algún trauma. Por eso se empezaron a escuchar protestas de organizaciones, que aplauden la agilización de los trámites, pero encuentran este defecto de origen. Este cronista se suma a esa corriente de opinión. Detrás de un avance social aparece una novedad que nadie ha pedido. Por eso estaría dispuesto a encabezar una manifestación ante el Congreso con esta pancarta: «Divorcio fácil, sí; la custodia de los niños, pensadla mejor».

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