Los frutos de un desatino

AL GOBIERNO de Bush no le han sentado muy bien las manifeastaciones del secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, al afirmar con toda claridad que la guerra emprendida contra Irak fue ilegal. La Carta de Naciones Unidas señala, inequívocamente, que una acción militar sólo puede desencadenarse con el mandato explícito del Consejo de Seguridad, órgano que debe establecer, además, los términos concretos de la intervención. No es que Annan haya dicho nada nuevo sino que ha vuelto a recalcar lo esencial, lo que todo el mundo entendía desde el primer momento: que las diferentes resoluciones advirtiendo a Sadam Husein, aprobadas en su día por el Consejo, no equivalían a una autorización para invadir Irak. Los frutos de ese desatino están a la vista.