Una ciudad atrapada

AHORA que Schröder va a aterrizar en León es el momento oportuno para mirar a Alemania. El modelo del estado de bienestar en Europa se viene abajo con los socialdemocrátas partidos en dos y asistiendo a fracasos electorales en los principales estados. Los trabajadores alemanes son conminados a retornar a la jornada de 40 horas bajo la amenaza de que, de otro modo, las empresas se irán a la China y no habrá trabajo para nadie. Esa es la Europa que viene. Y España se mira en Alemania y Zapatero en Schröder. La España que tenemos nos ofrece en las últimas semanas las imágenes de unos trabajadores, los del sector naval, contundentemente sofocados por las fuerzas de seguridad con la única diferencia, respecto al Gobierno anterior en lo que a política represiva se refiere, de que ahora es noticia de portada en el telediario de la Primera. Por no hablar de León, con el pacto municipal del PSOE y la UPL a la intemperie por falta de un voto y un PP -Mario Amilivia- en mejor situación que nunca, desde hace un año, para plantearse la recuperación de la alcaldía. Si la UPL, o sea, el triunvirato Chamorro, Otero, Rubinat (¿tal vez falta Lázaro García Bayón, ex alcalde de Villaquilambre?), dice no a su cortejo siempre queda el recurso de volver a coquetear con De Francisco, el auténtico protagonista de la vida municipal leonesa en los últimos 15 años. Y mientras estos políticos municipales ligan, se ponen los cuernos o preparan otro matrimonio, los asuntos trascendentes pasan desapercibidos. Es el sino de esta ciudad atrapada en sí misma.