DESDE LA CORTE
Lo primero, el gasto social
JOSÉ BLANCO parecía un hombre feliz. Pedro Solbes, responsable de la Economía, acababa de presentar los Presupuestos a la dirección socialista, y las cuentas coincidían con el programa electoral. Por eso, el Vicepresidente bien podía haber dicho a los reunidos lo que Fernández Miranda en histórica ocasión: «Estoy en condiciones de ofrecer a Su Majestad lo que Su Majestad me ha pedido». Y los reunidos habrán vuelto a casa con mucha más fe en un Solbes al que hasta ahora sólo habían visto apagando incendios provocados por los ministros. Estos Presupuestos de 2.005 son algo más que las cuentas públicas del Estado. Son, por este orden: la prueba de fuego del equipo Zapatero; la primera muestra de política económica, que hasta ahora ha sido la gran ausente en las decisiones del Gobierno; y la primera seña de identidad de un gobierno de izquierda en ocho años. Lo que piden los votantes a ese gobierno es la cuadratura del círculo: que se atiendan necesidades básicas; que haya más gasto social; que se mantenga la inversión, al menos en los compromisos adquiridos, como el Plan Galicia; que no suba ningún impuesto y que, sin embargo, se mantenga el equilibrio presupuestario. Imposible, hemos dicho la mayoría. Pues ya veis: es que somos tan incrédulos como Rajoy, que, sin ver los detalles, ya anuncia una enmienda a la totalidad de estas cuentas por «irreales». Este cronista no llega a tanto, ni quiere llegar. Se queda con la sonrisa de Blanco, que no es para menos. Ver que la ayuda a la vivienda aumenta un 33 por ciento, que habrá mucho más dinero para educación, pensiones y seguridad ciudadana, y que el capítulo de innovación y desarrollo sube un 25 por ciento nos mete de lleno en el capítulo de los sueños. Ahora comprendo por qué Solbes estaba tan callado, aunque se incendiaran los astilleros y el transporte: estaba metido en la fábrica de ilusiones. Lo que no podrá evitar el gobierno ni su partido es que la gente empiece a entonar la vieja zarzuela: «¿De dónde saca, pa tanto como destaca?» No voy a decir aquello de que «las cuentas no me salen», porque Felipe González también se lo decía a Aznar, y salieron. Y donde los incrédulos hablaban de imposibles, el PP fabricó el «círculo virtuoso». Pero, de momento, nos queda la duda: salvo que creamos en la reedición del prodigio de los panes y los peces, esos abultados dineros tienen que salir de algún sitio. ¿De dónde será? Por el momento, sólo Solbes lo sabe. Bueno, Solbes y alguna ministra que nos da el desayuno cada vez que habla de retrasar programas de obras públicas. Y es que los socialistas tienen una urgencia mayor que las obras: demostrar que era cierta su vocación social. Todo lo demás puede esperar.