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DESDE LA CORTE

Frases que «matan» presidentes

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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UNA FRASE, una simple frase, puede encumbrar y consagrar a un político, pero también puede destrozar su imagen. En la historia de la democracia hemos tenido abundantes ejemplos de ambos casos. Adolfo Suárez resumió el espíritu de la transición en aquel «vamos a hacer normal en la ley lo que es normal en la calle». Felipe González definió el cambio con un ilustrativo «que el país funcione». España hizo célebre su «España va bien». Rodríguez Zapatero quizá no tenga todavía la frase que le consagre, salvo las referentes al talante. Quienes examinamos diariamente sus pasos políticos tenemos que descubrir, por el contrario, frases que parecen dictadas por sus enemigos. La última está en su entrevista en «Time». La tomo textual de la página web de La Moncloa. «No soy sólo antimachista, soy feminista (¿) Cuanta más igualdad tengan las mujeres, más justa, más civilizada y tolerante será la sociedad». Hasta ahí, perfecto. Aplausos. Pero a continuación añade: «La igualdad sexual es mucho más efectiva contra el terrorismo que la fuerza militar». Lo dice así, de sopetón, sin pregunta previa, sin introducir un matiz, y logra sorprender a los mejor intencionados. Quizá tenga un fondo de grandeza intelectual, que merece ampliación en una conferencia. Quizá se refiera al clima de opresión que sufre la mujer, y eso es germen de otras violencias. Quizá trate de encontrar una raíz cultural del fenómeno terrorista en las culturas que justifican la violencia de género. Pero eso merece un análisis más largo y reposado. «Soltado» así, sólo sirve para lo que ha servido durante el día de ayer: para provocar el regodeo -me atrevo a decir que injusto- de algunos medios informativos poco complacientes con el señor Zapatero. No todos estamos preparados intelectualmente para relacionar igualdad de sexos con violencia terrorista. El consejo del comentarista es muy sencillo: tenga cuidado, señor presidente, con sus declaraciones. Piense que caen siempre en un foso de leones. Si Jordi Sevilla ya le ha dado aquellas explicaciones de economía que le había prometido, ahora tiene que encontrar a alguien que le enseñe a practicar el arte de la astucia; lo que solemos llamar «zorrería». En unos casos, como el de los astilleros, pareció confundir los deseos con la realidad. En otros, como la sugerencia de que todas las tropas abandonen Irak, el pecado es de exceso de sinceridad. Y en éste de la revista «Time», le faltaron explicaciones. ¿Es grave? No. Lo malo es que no ayuda a que juzguemos con justicia sus acciones de gobierno. Aparecen sepultadas por esas palabras. Las grandes acciones de Estado que tiene programadas aparecen marcadas, deterioradas, por estas debilidades de expresión.

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