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Publicado por
RAFAEL TORRES
León

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SEGÚN la revista Time , José Luis Rodríguez Zapatero cree en el «buenismo», lo practica e induce a su gobierno a fijar su políticas en los territorios de la bondad, una bondad que al ilustre seminario se le antoja un poco zen. Tras su intervención en la Asamblea de la ONU, penetrada de idealismo, pacifismo y afecto solidario por la humanidad doliente, esa imagen proyectada al mundo desde el foro que debería representarlo con limpieza y equidad, es también la imagen de España. Y eso que hemos ganado. Porque el «buenismo» que Zapatero propone, y que a ningún español sensible habrá de molestar, no hunde sus raíces en un sentimiento naif, hippie o zen cual la revista Time parece sugerir, sino en las exigencias de esos dos sentidos que tan esenciales son para vivir en comunidad: el sentido práctico y el sentido común. Nada más práctico, si se piensa, que la apuesta activa por un mundo sin guerras, sin hambre, sin desigualdades formidables, sumido a las ley y al Derecho Internacional. Lo práctico es el deseo de vivir bien, sin la casa en llamas, sin los hijos despedazados en guerras monstruosas, sin envenenarse con el aire que se respira, sin pleitos entre hermanos, y para la consecución de ese deseo no nos asiste más que el sentido común. «Buenismo». Así, algo despectivamente, se elude al género de intención y de pensamiento político expuesto por Zapatero en la ONU. ¿Qué es mejor? ¿El malismo? ¿La apología y el fomento a la violencia, de la iracundia, del maniqueísmo y de la intolerancia? ¿Buenismo? Pues sí, buenismo, ¿Qué pasa?

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