Matrículas autonómicas

LA DECISIÓN del Gobierno de permitir que las matrículas de los automóviles contengan un distintivo autonómico -así lo acordaron el ministro del Interior, José Antonio Alonso, y la consejera de Interior de Cataluña, Montserrat Tura- no es relevante, pero sí indicativa de la exacerbada afición a los símbolos de un nacionalismo irredentista que aprovecha todos los resquicios para hacerse evidente, marcar diferencias ficticias y sembrar barreras en el interior del Estado. Es irritante que los políticos de ese signo, en lugar de defender los intereses concretos de los ciudadanos, pierdan el tiempo en asuntos más conectados con el sexo de los ángeles que con la realidad. Y lo es asimismo que los Gobiernos cedan a tales pretensiones pintorescas, sin el menor sentido del ridículo.