Centauros del asfalto

ESTABA yo muy preocupado al enterarme de que el tamaño del Sol se reducirá dentro de 5.000 millones de años. Después hice cuentas y me fui tranquilizando poco a poco. Hay científicos de mucho mérito que se empeñan en darnos la tarde. Los astrofísicos que han comunicado la mala noticia aseguran que el Sol salió para todos hace 4,5 millardos de años. Es razonable que se haya ido desgastando algo por los bordes y vaya a menos. Sin embargo, como «el presente es una poderosa divinidad» hay que entender que estemos ocupados por cosas más inmediatas. Sabíamos, aunque no con tanta precisión, que al llamado astro rey se le fundirán los plomos algún día, que por cierto estará nublado. Será el ¡apaga y vámonos!, pero son las circunstancias terrestres las que nos ocupan. La subida del petróleo, que está en el subsuelo, y lo que pasa al nivel de los semáforos. En España es cada vez más arriesgado salir a la calle, aunque sea por la acera de la sombra, y la Comunidad de Madrid ha creado un cuerpo especial de policías patrulla para luchar contra la violencia callejera. Son los «centauros del asfalto» y ya han efectuado unas 2.500 detenciones. Incautan armas blancas como la luna, pero menos blancas que la droga que mi malogrado amigo Fernando Merlo llamó «blanco caballo con la sien de nieve», y neutralizan a los rapados neonazis que se dedican a linchar a los transeúntes que le caen antipáticos. Muchos «centauros del asfalto» hacen falta en todas las ciudades, a condición de que no se confundan y peguen coces indiscriminadas. Aunque haya mucha tarea aquí en la tierra, es bueno que nos recuerden que tampoco el Sol es inmortal. A ver si cuidamos un poco más lo que depende de nosotros. La UE ya nos ha llamado la atención por la abundancia de infracciones ambientales que cometemos. Somos los reyes de los vertidos residuales y también ocupamos un deshonroso alto lugar en las emisiones de gases. Nos pasamos el Protocolo de Kioto por el arco de triunfo.