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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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LOS QUE mejor se están acoplando a las circunstancias son los turcos. Su Parlamento ha aprobado en sesión extraordinaria una reforma más extraordinaria todavía: que su Código Penal no castigue el adulterio, en línea con las recomendaciones europeas. Quieren integrarse en el Club Europa y lo demás le importa un cuerno. Algunos diputados islamistas se han enfadado y han surgido voces discrepantes, ya que sigue habiendo partidarios de que el que tire la primera piedra a la mujer adúltera sea, o bien el marido, o el que haya acreditado que tiene mejor puntería.Los franceses no se están adaptando con la flexibilidad necesaria a los nuevos tiempos, que corren que se las pelan. Un centenar de alumnas de la educación pública, jovencitas islámicas entre los 13 y los 17 años, están confinadas en aulas por llevar velo, más o menos tupido, y no querer descorrérselo y dar la cara. La cosa tiene tela. ¿Qué más da una indumentaria que otra, siempre que no sea indecorosa, para aprender matemáticas? Ocurre que están prohibidos los signos religiosos ostensibles y de ahí viene el lío. Tampoco parece que en España estemos desplegando mucha sensatez en eso de la obligatoriedad de los estudios y evaluación de la religión católica. Algunos no se han leído bien la Constitución, pero es cierto que hay síntomas de un laicismo agresivo. Hay que estudiar, por supuesto, la historia de las distintas religiones, porque eso forma parte de la cultura, pero sobre todo hay que estudiar la que ha venido siendo preponderante, si queremos entender nuestro pasado y nuestro arte. Sería lo más razonable. Unos se aterrorizarán ante el anuncio de un Dios vengativo, cuyos intérpretes anuncian un programa de tormentos eternos, y otros se troncharán de risa al saber que se venera una pluma del arcángel san Gabriel, perdida en un imperdonable descuido cuando anunciaba la buena nueva. Un tercer grupo admirará renuncias y sacrificios. Y un cuarto apartado pensará por su cuenta.