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Publicado por
LORENZO BERNALDO DE QUIRÓS
León

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LA INICIATIVA del PSOE destinada a legalizar el «matrimonio» entre los gays y a permitir la adopción de niños a las parejas homosexuales plantea algunas cuestiones interesantes de fondo y de forma. D e entrada, los ciudadanos son iguales ante la ley y, en consecuencia, han de tener los mismos derechos con independencia de su raza, sexo y condición. En ejercicio de su libertad individual, dos seres humanos adultos del mismo sexo han de tener la capacidad de convivir de manera estable y de gozar de las mismas ventajas legales -herencia, pensión, etcétera- que los de distinto sexo que tomen una decisión similar. Dicho eso, la unión civil de las lesbianas y de los homosexuales no es un «matrimonio» salvo que se quiera pervertir el significado antropológico e histórico de esa institución. Esta afirmación no es discriminatoria hacia nadie si no tan sólo constata un hecho, un dato de la realidad. En todas las sociedades civilizadas, el matrimonio es el resultado de la decisión de unirse de manera estable de un hombre y de una mujer. Sólo un ejercicio de oportunismo y de perversión de las palabras puede alterar el sentido profundo de las cosas. Sin embargo, la adopción de menores por parejas homosexuales es una cuestión discutible y no sólo por razones morales y psicológicas, sino porque afecta a terceros sin capacidad de elección. Esto no implica que, por definición, los gays ejercerán una influencia negativa sobre sus potenciales hijos, sino que la decisión libre de una pareja adulta del mismo sexo de «casarse» no debe traducirse por decreto en el derecho a imponer a los niños esa situación. El Gobierno debería ser más prudente.

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