EL RINCÓN
El Presupuesto
HAY que cuadrar las cuentas, que nunca salen redondas, y el vicepresidente y ministro de Economía, Pedro Solbes, ha sido el español más atareado durante las últimas semanas, más aún que García Remón, el entrenador del resurrecto Real Madrid. Son los primeros Presupuestos del Gobierno de Zapatero y como sucede en todos hay que adecuar el Debe con el Haber, pero a veces ocurre que debe haber y no hay. Por eso no incluyen dinero para la ya famosa «deuda histórica» que Chaves pedía. Son las desventajas de una comunidad que no usa las metralletas para reclamar lo que le corresponde. A pesar de las dificultades, muchas derivadas del precio del petróleo, que ha superado por vez primera en la historia los cincuenta dólares el barril en Nueva York, el Gobierno destina a gasto social la mitad del dinero del que dispone. Es una buena noticia, como también lo es el superávit de la Seguridad Social y la prioridad que se le concede a la investigación. No hay que olvidar que España, comparada con los países de nuestro entorno, es una nación pobre, aunque esté poblada por muchos ricos. Además, tanto los unos como los otros, han decidido prolongar su residencia en la tierra. En eso estamos a la cabeza del continente, con una esperanza de vida de 77,6 años de media. De seguir así batiremos la plusmarca de jubilados por metro cuadrado y eso representa un gasto importante, ya que en general las personas mayores son improductivas, pero no está bien visto rematarlas. Un Presupuesto es siempre un ejercicio de equilibrio, pero sobre todo cuando no se da en la abundancia y hay que echar cuerpo a tierra. Hay mantas que son cortas por las dos puntas, de modo que si uno se tapa la garganta deja los pies al descubierto y si decide abrigarse los pies se le enfría el pecho. El inevitable temor que suscitan siempre los Presupuesto es que traigan aparejados nuevos gravámenes. Mi inolvidable amigo Chumy Chumez se murió convencido de que los españoles no tenemos capacidad de ahorro. Decía que somos unos manirrotos que nos lo gastamos todo en impuestos.