PANORAMA
Una reforma esperada
ENTRABA en vigor ayer la reforma del Código penal cuando se abría de nuevo a la muerte en las carreteras españolas la estadística de todos los fines de semana. Los 186 artículos reformados contemplan y agravan conductas que hasta ahora disfrutaban de cierta lenidad. Desde ayer, conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas, y hacerlo a una velocidad temeraria, o de modo temerario, puede suponer una sentencia de cárcel, en diferente gradación. La temeridad puede castigarse hasta con dos años de prisión; una carga excesiva de alcohol o alucinógenos, con penas de tres a seis meses, y con la retirada del carné de conducir. Cada fin de semana y cada puente vacacional produce más víctimas mortales por accidente en las carreteras, e incluso en la noche de las ciudades, que un gran siniestro de primera página. Pero esas muertes se han venido disipando en la estadística, periódicamente repetida como un efecto natural del tránsito rodado, como el sacrificio humano exigido por un desarrollo económico sin las debidas medidas cautelares. Esta reforma del Código penal, aprobada en la anterior legislatura, se acepta sin retoques por el actual Gobierno, que ve ya en manos de las Justicia un argumento disuasorio para la conducción irresponsable o, incluso, imprudente. La sociedad española se empobrece en la medida que reflejan las estadísticas de fines de semana y puentes. El porcentaje de jóvenes muertos o condenados a hacer una vida restringida de tetrapléjicos es sobrecogedor. De ahí que se acepten, con muy leves protestas, las campañas disuasorias, espeluznantes a veces, de la Dirección general de Tráfico, y que las asociaciones de Automovilistas aplaudan esta serie de reformas legales, especialmente las de los artículos 379 y 381 del Código penal. Reformas alentadas por el anterior Gobierno del PP, al que apoyó mayoritariamente el Parlamento dada la inquietud social que los accidentes del tránsito rodado venía despertando en la ciudadanía. Posiblemente sea un ebrio o un drogado al mando de un volante quien más inseguridad ciudadana produce, aunque socialmente se perciba como un peligro más cercano el los pequeños delincuentes o el de la violencia doméstica. Y en estos campos delictivos también se agravan seriamente las penas, al dejar de ser faltas muchas conductas tipificadas ya como delitos. Entre ellas las de los