LA VELETA
Rajoy, con su voz
RAJOY, apenas tres días después del Congreso del PP que lo elevó formalmente a la presidencia del partido. Interrogado por un panel plural de periodistas, Rajoy dio la impresión de hablar por vez primera con su propia voz, ya despojado de la singularidad de su situación anterior y sin tener que limitarse al guión preestablecido por su circunstancia, como le ocurrió al dirigirse a sus correligionarios durante la liturgia congresual, muy mediatizada por la presencia de Aznar, del pasado fin de semana. Las respuestas de Rajoy, siempre aderezadas con esa ironía que está generalmente implícita en la inteligencia, apuntaron hacia tres objetivos. El primero y principal está encaminado a basar su acción en un proyecto de futuro, sin desconocer el pasado ni perder de vista el hecho de que 9,7 millones de electores apoyaron su proyecto en las pasadas elecciones generales, pero sin dejarse enajenar por los antecedentes que le preceden. Con elegancia, dio a entender que considera que la responsabilidad de su derrota el 14-M es más imputable a Aznar que a él mismo. Y en prueba de ello manifestó que, de haber perdido las elecciones en circunstancias normales y no extraordinarias -es decir, sin que hubiera sucedido el 11-M-, hubiese dimitido inmediatamente. En efecto, tal ha de ser el destino de quien lleva a un partido desde el poder a la oposición. El segundo objetivo de Rajoy es, manifiesta pero implícitamente, reconducir hacia posiciones más moderadas tanto el ideario como el estilo de su formación política. Reiteró su disposición a negociar con el Gobierno tanto las reformas estatutarias como la constitucional, sobre la base lógica de unos postulados a los que el PP no va a renunciar pero que serán manejados con mayor flexibilidad. Rajoy recupera, en fin, para el centro derecha un oxigenante relativismo, ese escepticismo sin el cual la democracia se bloquea, y se apea por tanto del reino de las verdades absolutas y de las certezas irreductibles en que vivió recluido el Aznar de los últimos tiempos. La primera aparición pública en lugar neutral de Rajoy evidencia que el nuevo líder del centro-derecha, ya emancipado de las ligazones que lo limitaban y le obligaban a corresponsabilizarse con las viejas políticas, va a imprimir al PP nuevos vuelos, que, aunque lógicamente coherentes con la etapa anterior, no serán en absoluto continuistas. Y, más concretamente, se augura un estilo de oposición constructiva -lo que no significa que vaya a ser complaciente- que permitirá, si cunde la cordura en todos los campos, pactar la modernización del Estado sobre bases delconsenso y garantes de futura estabilidad.