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León

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EL HECHO de que el asesino de las dos policías leonesas sea un preso de permiso carcelario, condenado en su día a treinta años de cárcel por delitos de robo y violación, reincidente en 1992 por una nueva violación en otro permiso penitenciario, ha suscitado la lógica polémica sobre tales permisos, que si en algunos casos tienen plena justificación porque ayudan al proceso de resocialización de los delincuentes, en otros son inadmisibles porque el criminal tiene ocasión de recaer. La propia Constitución obliga a los poderes públicos a regenerar y reinsertar a los delincuentes, y las técnicas penitenciarias de rehabilitación no son infalibles pero es claro que deben restringirse los criterios y que acentuarse los controles para impedir en lo posible que se produzcan hechos como el de Hospitalet.