TRIBUNA
La ruina a más... y más
EL ROMANCE de doña Paciencia en casa de los Afligidos, víctima del continuo coqueteo crediticio, tras negarle la visita don Regalado -titular del departamento de causas imposibles- para que los niños tuviesen libros de balde este curso, echa humo. A última hora, sabedores que falta mucho para que las ilustrísimas urnas hablen, pensaron que lo gratuito no se valora. Y toma mazazo: ¡a pagar libros! La verdad es que, el mencionado hogar, son los únicos que compran durante todo el año. Aún así, el papi, con más fe que doña Paciencia, espera el milagro de alguna alma caritativa. Sobre todo desde que llamó a la tele y una de esas brujas televisivas, le confirmó, afirmó y reafirmó por activa y pasiva, para que la cuenta telefónica también creciera, que su plegaria de lloros sería tenida en cuenta por la corte lotera. Dicho lo cual, tomó la calle de las loterías, y se puso como don Quijote -citado y recitado como signo de distinción por la clase política-a buscar y rebuscar la Dulcinea del número de la suerte. Ante tantos desembolsos, los del juego de azar y los colegiales, el embolso a los bancos y el reembolso a las agencias de viajes, la cuesta de septiembre cuesta subirla y pasarla. Cada curso son más los libros, los cuadernos de actividades impresos y más dispendio para extraescolar y deporte. Más para saber menos, en actitudes y conocimientos, en decir que ¡no! a las drogas y en desdecir a los dioses que imponen más que proponen, compran más que donan, odian más que aman. Nos arrasan ruinas que nos arruinan. Ahora comprendo lo de la depresión de las familias. Con tantos débitos en casa cualquiera ríe la gracia. Ese goce de endeudarse hasta los dientes, y pasar de todo, sólo queda para los ayuntamientos, o para esas autonomías, que se saltan a la torera lo de la estabilidad presupuestaria. Pienso que nos hacen falta huchas fraternas para todo y para todos. Alcancías de humanidad y arcas en comunión, capaces de avivar la cultura de la donación y del amor, sin letra de cambio, a las personas que se encuentran en dificultades o enganchadas al consumo. Otra droga más. Qué lejos quedan aquellas cajas crediticias apellidadas como montes de piedad, verdaderas arboledas de aliento. Todo ha cambiado, menos el interés por el interés, la arrogancia, la avaricia y otros desórdenes que debemos atajar lo antes posible. La moral está por los suelos, sin ecologistas que pongan un mínimo de orden y sin autoridad que ponga ética. La cuenta de resultados es preocupante. El balance de sumas y saldos se salda con ciudades sin alma, comunidades sin vínculo solidario, estados sin estado de buena esperanza, estadios sin humanidad. Ante la Europa sin raíces, el árbol del mundo se seca. Hacen falta multitud de aguadores, unidos y reunidos, para amarse y animarse, comunicarse y crecerse. Sobran los mercados de los mercaderes. Todo se sale de madre y la madre, doña Paciencia, está al borde de la locura. Esto es una ruina -insisto- que nos destroza la rima de vivir. Se necesitan juglares del amor, para que nos rediman el dolor del alma y nos liberalicen el cuerpo de los mil desconsuelos sin consuelo. Añado esta posdata: en la casa de los Afligidos, me han pedido un S.O.S., precisan algún mecenas que les compre los libros a sus hijos, todos en edad escolar. Acérrimos seguidores de la semántica de ZP se han fiado de sus sílabas (y de su silabario) y se creyeron a pies juntillas, como dogma de palabra verdadera, que este año lo de ir a la escuela salía gratis. Por ello, se han dejado todos los ahorros en tomar el sol a cuerpo de rey. Finalizado el reinado de disfrutes, no encuentran avalista que les libere de los números rojos. ¡0jú, qué calor!