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Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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COMO EL GOBIERNO va a cumplir medio año, debemos disponernos a un bombardeo de encuestas. Se trata de saber si el señor Zapatero y sus ministros mantienen el mismo nivel de apoyo. Los sondeos tienen un valor añadido: detectar si se mantienen los efectos electorales del 11 de marzo, de los que se cumplieron siete meses. El Partido Popular sigue sosteniendo que las elecciones estuvieron condicionadas por esos atentados. Ignacio Astarloa declaraba ayer mismo a Abc que «los terroristas saben que con un gran atentado pueden incidir en el ciclo político de una nación». El diluvio demoscópico ha comenzado, y los primeros resultados dicen que, a nivel nacional, el PSOE mantiene su distancia con el PP en intención de voto: entre siete y ocho puntos de diferencia, según la empresa encuestadora. Si hubo incidencia electoral de los atentados, la gente no se arrepiente. El temido fantasma del desgaste no aparece todavía. Al revés, puede estar confirmándose en España el diagnóstico del viejo zorro italiano Andreotti: «No desgasta el poder; lo que desgasta es no tenerlo». Y es muy notoria la resistencia de este equipo. No es fácil recordar un conjunto de ministros que haya sido más vapuleado en los medios. Se les llamó bisoños. Se ridiculizó la feria de anuncios y desmentidos que han protagonizado. Se les dijo que el poder los había cogido desprevenidos, sin programa ni ideas, porque sólo estaban preparados para ser oposición. Se denunció su debilidad, que les llevó a pactar con fuerzas políticas de dudoso sentido nacional. Se les echaron encima sectores tan poderosos como el judicial y el eclesiástico. El propio presidente fue objeto de chanza por algunas declaraciones. Y encima, tuvieron la mala suerte de gobernar con unos precios del petróleo disparados y con una repercusión negativa en las economías de agricultores, pescadores y transportistas. Bueno, pues a pesar de todo eso, resisten. Si hoy hubiera elecciones, aumentarían sus escaños. Tiene que ser por alguno de estos motivos: porque ha pasado poco tiempo para cambiar un estado de opinión; porque los ciudadanos son indulgentes ante los errores de los primerizos; porque la capacidad de seducción de Rodríguez Zapatero es superior a la intensidad de sus fallos; porque la oposición no ha sabido capitalizar lo que denuncia en el Parlamento o en sus terminales informativas; o porque los medios de comunicación críticos distan mucho de tener la influencia social que se suelen atribuir a sí mismos. O quizá ocurra todo eso a un tiempo. En todo caso, la nota del día es que ZP se alza vencedor. Como diría el otro, casi contra «el mundo mundial». Otra vez estamos ante una opinión pública que no tiene nada que ver con la «opinión publicada».

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