Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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SU SANTIDAD el Papa ha creado una comisión para cambiar la doctrina sobre el Limbo, lo que quizá demuestre que no tiene mucha prisa por variarla. Nombrar una comisión es la forma más eficaz hasta ahora descubierta para aplazar las determinaciones. Los topógrafos del más allá nos han explicado que el Limbo es un lugar sin pena ni gloria, una especie de sucursal de la inopia donde residen eternamente los niños que tuvieron la desdicha de morir sin haber sido bautizados. Esta silenciosa guardería debe de estar superpoblada. Ofrece menos confort que el Cielo, pero tampoco es un lugar tan inhóspito como el Infierno, ni tan desagradable temporalmente como el Purgatorio. Ni chicha ni limoná. Ni frío ni calor. Y todo ese infinito aburrimiento porque alguien no les sometió al breve ritual de una religión hidrófila. Mala suerte. Quien no tuvo padrinos está en el Limbo. Entre las muchas cosas que ya no puedo conseguir es la de morir prematuramente. Mis buenos padres me bautizaron con prontitud y no conformes con eso, luego me confirmaron. En aquel tiempo los catecismos explicaban que la diferencia entre una persona bautizada y otra que además estuviese confirmada, venía a ser como la que existe entre

. Con el buen criterio que siempre les caracterizó, mis progenitores no vacilaron en confirmarme. Un afable obispo, llamado don Balbino, me dio un suave crochet de derecha en la mejilla y aquí me tienen, hecho un roble a mi edad y con un hígado que no me lo merezco. Desmontada ya la creencia de que el Cielo, el Infierno y el Purgatorio son lugares físicos, Juan Pablo II reclama a sus teólogos que busquen una ubicación más razonable para el Limbo. Hay que salvar del tedio eterno a los niños precoces que llegaron a la inexorable morada de la muerte con enorme anticipación sobre el horario previsto. Poco a poco se van eliminando algunas cosas que no caben en cabeza humana. El problema es que hay que ponerlas en algún sitio, no sea que se queden a la intemperie. Por lo menos hasta que se convoque el Concilio Vaticano III.
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