Gallarda derrota

EL MARTES pasado, vísperas del Pilar, se pusieron a contar votos en la Puerta del Sol y les salían un 70% a favor de Esperanza Aguirre, frente a un 30% que votarían al representante en la tierra de Alberto Ruiz Gallardón. Éste ya se imaginaba algo así, entre otras cosas porque nunca le ha interesado mucho el partido. Quiero decir que en los muchos años que ha sido presidente de la Comunidad de Madrid, si hubiera querido, habría formado una pléyade de alcaldes, concejales y caciques locales que no se la podría saltar un Acebes. Pero el alcalde de Madrid prefiere irse al Auditorio Nacional a escuchar música, si tiene tiempo libre, que a echarse una partida de mus con un alcalde de la sierra. Y quienes van a elegir presidente del partido en Madrid no son más de dos mil compromisarios, perfectamente etiquetados, agrupados en lotes e identificados. El señor Ruiz Gallardón tiene más simpatías fuera del PP que en el PP; y, en los partidos, sean de izquierda o de derecha, rige el principio que los comunistas pretendieron aplicar a la propiedad de la tierra: el partido es para el que lo trabaja. Esperanza Aguirre, a la que no le faltan cualidades, es más populista y escucha menos música o se organiza mejor el tiempo, y es lo suficientemente lista como para no lanzar el órdago se su candidatura sin saber sus cartas y las del posible contrario. Por eso mismo, y como el otro tampoco anda falto de inteligencia, uno se pregunta por qué se presentó. ¿Puede ser gallarda una retirada? Pues sí, porque a nadie se le debe exigir el martirio y a que soporte impávido las mordeduras de los leones en el centro de la pista.