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Publicado por
León

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ACUSAR a alguien de «enemigo de la Revolución» es un recurso grandilocuente que en Cuba podrá recibir aplausos de la galería pero que aquí huele a naftalina. Prohibir la entrada en el hermoso país caribeño a un diputado español, -independientemente de las siglas políticas que le amparen-, no es más que un nuevo signo de la debilidad y del desconcierto que aquejan a un régimen que ha perdido el norte hace ya bastante tiempo. Sin duda, como ayer señaló Rajoy, estamos ante un atropello a todos los españoles pero, para bien de ambos pueblos, España y Cuba, españoles y cubanos, siguen unidos por lazos profundos de afecto que se renuevan cotidianamente. Ni el desnortado régimen castrista es capaz de romper esa concordia que es la que, de verdad, mira al futuro.

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