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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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EL GOBIERNO iraquí extenderá a otras ciudades el plan de cambiar armas por dinero, sin duda para adquirir armas más modernas con el dinero que le den por las antiguas. La guerra de Irak es un callejón con salida al cementerio, pero sigue siendo determinante en las elecciones del 2 de noviembre en Estados Unidos y tanto Kerry, que tiene a su favor no ser Bush, como éste, que tiene a su favor a la mayoría más cerril de su gran nación, siguen poniendo la cuestión bélica en el centro de sus respectivas campañas. No se habla más que de guerras, incluso de las incruentas, como la que solapadamente sostiene aquí la Iglesia con el Estado, o mejor dicho, los obispos con el Gobierno. Parece que el 72 por ciento de los contribuyentes desea que la Iglesia Católica no reciba dinero público y se mantenga de su propio público, o sea, de su clientela. La teoría no es del agrado de los prelados. El de Ávila, que está persuadido de que ser homosexual es «una anormalidad psicológica», opina que estamos ante «un terremoto cultural». ¿A qué vienen estos conflictos? Hay políticos que no conformes con no solucionar los que existen, se inventan otros de difícil solución. La vida española vuelve a crisparse, a pesar del abusivo empleo de la palabra «talante», que el diccionario define como modo y manera de ejecutar una cosa, sin advertir que puede ser bueno o malo. Ahora abundan los malos modos y las malas maneras y así no hay modo ni manera de entenderse. Para impedir que continúe la invasión de los programas «basura» quieren imponer regulaciones que requieren la resurrección del linaje maldito de los censores y para convencernos de que debemos dejar de fumar quieren poner fotografías de enfermos agonizantes en las cajetillas de tabaco. Si bien es cierto que Aznar estaba en posesión de una antipatía arrolladora, no lo es menos que Zapatero es dueño de una seducción falsa, muy poco concordante con algunas de sus decisiones. La consecuencia es que nuestra vida política es bastante desapacible, ahora que estamos en otoño y empieza a llover, como nos llovieron las promesas.

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