Diario de León

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MÁS QUE POR el avión, la bomba atómica, Internet o la penicilina, el siglo XX ha pasado a los libros de Historia -y ese será el renglón con el que será recordado en los tiempos venideros- por la emancipación de la mujer. El reconocimiento de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres ha sido la gran revolución del siglo que hemos dejado atrás. Es verdad que de momento solo es así en los países del llamado Primer Mundo, pero el movimiento es irreversible y es bueno que sea así porque nos mejora como seres humanos. Que todavía haya un centón de países (no sólo los de tradición islámica) que tengan relegada a la mujer no es más que el síntoma más llamativo de su atraso social, política, y me atrevería a decir que también moral. Porque no hay un solo argumento -al margen de los dictados por la misoginia, los delirios sectarios de algunas confesiones religiosas o la estulticia de tantos tontos contemporáneos- que pueda justificar la discriminación de la mujer o el trato vejatorio que supone relegarlas a la condición de bellezas. Por eso, cuando se convierte en noticia un torneo como el denominado Masters Seri es de Tenis de Madrid porque sus organizadores y la marca comercial Hugo Boss han contratado a unas modelos ataviadas con minifalda, más o menos más larga, para realizar el trabajo de recogepelotas cabe concluir que en todas partes, además de listillos, sobran los tocapelotas. Confiemos en que el público que asiste al torneo les haga ver cuan reaccionaria es su puesta en escena.

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