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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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UNA TELEVISIÓN privada estableció hace poco 21 normas para controlar los llamados programas basura. Quizá le hubiera bastado una sola norma, la de no emitirlos, pero aumentar y discutir su número les permitió cumplir el mayor deseo de todos los jefes, incluidos los inmediatamente inferiores, que no es otro que pasarse la mayoría del tiempo reunidos. Ahora TVE prohibirá los programas violentos y el ocultismo en horario infantil, que muchas veces coincide con el horario adulto. El documento también contiene muchas normas, unas treinta, creo, y todas son de estricto cumplimiento. Algo hay que hacer y está bien hacerlo. Quienes ignoran que una ligera presión sobre la superficie adecuada del mando a distancia sume en las sombras a la pantalla, cualquiera que sea su tamaño, lo ven todo, como Dios, aunque no lo pasen como él. Se han hecho estadísticas de los asesinatos televisivos que ven los niños hasta que cumplen doce años, sin contar pieles rojas. Son variables, según los países, pero en todos son muchísimos. Claro que tampoco pueden quejarse de los que ven en los espacios informativos, en horarios lícitos, sobre todo desde la invasión de Irak. Algunos metafísicos del electrodoméstico piensan que son las moscas las que tienen la culpa de que haya estercoleros y no los estercoleros los culpables de que haya moscas. Otros sospechan que mientras existan 'gourmets' de la basura existirá este tipo de programas. De todos modos, la iniciativa de restringir algunos, especialmente repulsivos, es loable. Se trata de una medida de higiene mental. Lo malo son las exageraciones, casi tanto como las prohibiciones. Naturalmente que las corridas de toros tienen 'un carácter violento', pero quizá no haya que empeñarse en impedir que un adolescente pueda tener los mismos gustos que Goya y que Picasso, o que Ortega y Gasset, Lorca, Alberti y Gerardo Diego, entre tantos y tantos españoles egregios. En fin, si José Tomás reaparece y retransmiten la corrida, hay que consentir que los menores estén frente al televisor. Ojalá vuelva. Y usted que lo vea.

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