Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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YA ES hora de dejar de decir esa tontería de que una imagen vale más que mil palabras, sin especificar si esas palabras son de Shakespeare o del concejal de cultura de un pueblo en el Día del Libro. Lo que hay que averiguar ahora no es lo que puedan valer las palabras y las imágenes, sino el precio del silencio. Concretamente el del ex secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera. Si rompe su mutismo puede hacer añicos otras muchas cosas. Callado está mucho más guapo. ¿Qué vamos a salir ganando si el dinero que se llevó se da por perdido hace mucho tiempo? Sobre el eficaz servidor del Estado pesa como un plomo una condena a siete años de cárcel por malversar 3,8 millones de euros procedentes de los fondos reservados que él se reservó para sus gastos. ¿Qué es preferible? ¿Que se le perdone ese pequeño descuido o que hable? Tanto el ex presidente González como los ex ministros del Interior Barrionuevo y Corcuera son partidarios del indulto. Quieren que quede suelto, ante la posibilidad de que suelte la lengua y alegan sus «meritorios servicios al Estado y a la democracia», que por otra parte, no exactamente la que le tocó en el reparto, son indudables. Siempre denota un corazón inclinado hacia la piedad formalizar una petición de gracia, aunque esté basada en la poca gracia que les hace a los firmantes que el señor Vera cuente algunas cosas. El saber no ocupa lugar y el hombre que sabía demasiado debe guardarse egoístamente su sabiduría y no soltar prenda. El silencio es un idioma universal. Una especie de esperanto que se habla en todas partes sin despegar los labios. ¿Será capaz el condenado de mantenerlo? El servidor de la ley ha cumplido hasta ahora la ley de la «omertá», pero parece que duda, ante la inminencia de su entrada en el talego. De momento ha amenazado en una carta pública con «una última decisión». Si este hombre empieza a largar puede volver a arder nuestra Troya particular, que es el caso de los GAL. Si Vera renuncia a la elocuencia, Zapatero se verá obligado a la magnanimidad. Vaya lo uno por lo otro y vaya lío en el que se han vuelto a meter.

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