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Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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LA CÁMARA Alta fue ayer escenario de la Conferencia de Presidentes Autonómicos. La primera reunión de los responsables de las comunidades autónomas desde su consagración constitucional. Ningún otro gobierno los había convocado. Ayer, digo, por primera vez, se sentaron a hablar con el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y almorzaron con el Rey. Por encima de todo primaba el simbolismo. Pedir acuerdos o declaraciones finales era poco menos que imposible. Que Rodríguez Zapatero anunciase un nuevo modelo sanitario para el 2006 no pasa del simbolismo. Los dos partidos mayoritarios llegaban al Palacio de La Marina envueltos en la niebla de la disensión y la confrontación. Desde el Gobierno se proclamó siempre el mismo objetivo: gobernar al país con diálogo y cooperación, así como lograr la estabilidad territorial. Era el primer paso. Asistieron todos, incluídos los que dan mayor dolor de cabeza a los vigilantes del Estado, llámense Maragall o Ibarretxe. Uno se enzarza en patinar sobre ruedas y asegurar que el hockey se inventó en Cataluña, como si fuera mérito superior al juego de la rana de La Bañeza, y el otro que su plan soberanista sólo lo tumbarán los ciudadanos vascos. Desde otras latitudes, Extremadura sin ir más lejos, sube la adrenalina. Sin embargo, han hablado. Es lo esencial. El Partido Popular se hartó de camuflar la cumbre tachándola de improvisada. Lo han repetido todos los presidentes de las comunidades en las que gobiernan. Por esa misma razón, podrían pasar otros veinticinco años y continuar sin celebrarse. Lo cierto es que el PP había planteado llevar una propuesta para debatir el modelo territorial del Estado. Y no la pudieron presentar. ¿Por qué razón?. En la reunión previa y partidaria de la calle Génova, tanto Manuel Fraga, presidente de la Xunta, como Miguel Sanz, presidente de Navarra, de la UPN, argollado a los populares, se negaron a firmarla. Ni uno ni otro comulgaron con la propuesta elaborada por la dirección nacional del PP, y aún menos, que Esperanza Aguirre, titular de la Comunidad de Madrid, fuera designada portavoz única de los territorios azules. La convocatoria de la cumbre de presidentes de comunidades autonómas ha sido un éxito completo. Nadie lo duda. Constrasta con el sonoro fracaso de la estrategia diseñada por el PP para la ocasión. Mariano Rajoy, vistos los resultados, tendrá que replantearse -si le dejan, que esa es otra- cuáles son las responsabilidades de los «aznaroides» que le rodean. La incompatibilidad de Rajoy con los diseños de los Acebes y Zaplanas de turno parece incontestable. E inconstable fue la propuesta de la Fele para designar ayer al Empresario del Año, edición del 2004. Por unanimidad eligieron como patrono ejemplar a Manuel Lamelas Viloria, que además ostenta la presidencia de la Cámara de Comercio. Lamelas Viloria es el único patrono minero que sigue quemándose las cejas en el Bierzo Alto, heredero de una saga amplia y densa. La Fele ha premiado su tesón, inasequible al desaliento.

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