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León

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LOS FILIPINOS resolvieron su supervivencia sobre los arrozales ideando palafitos sin saber nada de la existencia de hórreos en la Península Ibérica. Es sorprendente saber que una construcción tan vernácula existiera hace cientos de años también en Irán, en Suiza y en los mismos Urales. Este ejemplo, relatado con gran acierto por el arquitecto José Luis García Grinda, es una prueba de que el ser humano inventó la globalización al mismo tiempo que logró hacer fuego por frotación. Pero no inventó el término, recién parido por el sistema económico. Actualmente el hórreo sólo pervive en el norte de España. Cataluña y Aragón los perdieron o encajaron en la evolución de su caserío y los mantienen Navarra, País Vasco, Cantabria, Asturias, Galicia y León. La globalización no puede prescindir de elevar a la categoría de monumentos de la sabiduría popular a los ejemplares más antiguos -Las Bodas, Prioro y Valdeón- como tampoco debería dejar arruinar el patrimonio de cubiertas vegetales que existe en España. El desprecio con que se trata en León al patrimonio etnográfico es más escandaloso cuando se ven las restauraciones de las casas y pajares de teito enTenerife. Los canarios no sólo han abierto museos para realzar su patrimonio. Ese mismo espíritu anima proyectos tan ejemplares como el Museo Pajar que inauguró, pásmense, el colegio Manuel de Falla (La Orotava, Tenerife) en 1991. Nos llevan ya tres lustros de adelanto. La experiencia pedagógica, naturalmente, cuenta con el apoyo de las instituciones canarias.