Diario de León
Publicado por
CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS
León

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¿PUEDE SER rechazada la Constitución europea por alguno de los miembros?. Es una de las grandes incógnitas de la actualidad. Las sospechas terminan por recaer en alguno de los países periféricos cuando el peligro real viene de la «vieja Europa», concretamente de Francia, uno de los fundadores del club. Por supuesto, también de Gran Bretaña. La negativa de los dos sería mucho más que una crisis y más que el fracaso de Giscard d'Estaing, como inspirador de la Carta de las Cartas, sino como una incapacidad colectiva para conseguir un texto en el que todos los pueblos pudieran reconocerse y se sintieran bien representados. La posibilidad de ese fracaso es real. Tan sólo hace unos días el parisino «Le Monde» entrevistaba al ministro Moratinos sobre las consecuencias que podría tener una negativa de Francia: «Sería una catástrofe», contestó el ministro que, por supuesto, no negó la posibilidad; tan sólo pudo formular el deseo de que tal cosa no suceda. A continuación, el periodista prosiguió tenaz: «¿sería menos grave un »no« británico?». «Eso llegaría después -respondió el español- el 'no' francés sería verdaderamente catastrófico. Esperemos, finalmente, que los franceses voten a favor de la Constitución». Siendo esa la esperanza de unos, la verdad es que en Francia la mayoría parece estar por el «no»: desde la extrema derecha a los trotskistas y comunistas, desde una parte del electorado conservador a aquellos socialistas que siguen las tesis de Fabius. La respuesta de los franceses tendría un efecto dominó en la sociedad británica que jamás ha querido comprometerse con fórmulas comunitarias que pudieran dañar la autonomía de su soberanía más allá de lo estrictamente necesario. Sólo aquí, en España, el proceso de la construcción europea aparece como algo angelical, sin contradicciones graves, con lo que los espíritus responsables nunca deberían comportarse críticamente. Se diría que, en general, los españoles ven en todo lo que llega de Europa bienes absolutos sin mezcla de mal alguno. Se trata de una actitud explicable únicamente a partir del complejo de exiliados de Europa que un buen día tienen la suerte de ser recibidos en el club. Se trata, asimismo, de una infravaloración del significado económico y político de España en Europa y, si se me apura, de lo que significó durante siglos como nación hegemónica y creadora de una de las cuatro culturas más importantes del mundo. Con este sentido acrítico y entusiástico, más propio de boy scout que de un estadista, Zapatero se ha ofrecido a ser el primero en la carrera de las consultas populares. Cree que va a sacar gran rentabilidad política de aparecer como el primero, el adelantado.

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