CON VIENTO FRESCO
Un regalo envenenado
DESCONOZCO cuál será el juicio de la Historia, e incluso si la Historia debe emitir juicio alguno sobre Ismael Álvarez, exalcalde de Ponferrada; pero desde el punto de vista político creo que, para muchos ponferradinos, éste será recordado como un buen regidor, como un político emprendedor aunque un tanto populista. Durante su mandato, la ciudad sufrió un cambio radical muy positivo, que dio a Ponferrada un aire de ciudad que no tenía antes. No sólo mejoró notablemente su urbanismo, con la apertura de calles muy necesarias para el tráfico como la de Pérez Colino, entre las plazas de Lazúrtegui y Luis del Olmo; o con la construcción de numerosas glorietas, o poniendo las bases de la urbanización de la Rosaleda, que fue la niña de sus ojos. También desde el punto de vista de la cultura, Ponferrada mejoró sensiblemente pues aunque fue Celso López Gavela quien inició los trámites para la construcción de los centros universitarios, la rehabilitación del teatro Bergidum o la erección de los distintos museos de la ciudad, Ismael imprimió a todos estos proyectos su sello particular. No tengo dudas sobre esa labor positiva, pero para otros muchos su persona, en el ámbito estrictamente privado, tiene zonas oscuras que lo estigmatizan socialmente, especialmente todo lo concerniente a sus relaciones con Nevenka Fernández, concejal de Hacienda en uno de sus gobiernos. Aunque muchos tengamos dudas sobre la imparcialidad de los jueces en un juicio mediatizado en gran parte por la opinión pública, atizada de manera inmisericorde desde ciertos partidos políticos y asociaciones, lo cierto es que el exalcalde fue condenado por acoso sexual y eso no hay quien lo mueva aunque muchos lo lamenten. Ismael fue condenado pero también pagó su pena con creces, tanto política como materialmente. Algunos consideran que ese delito, sobre todo por la persona que lo cometió, a la que había que cerrar su carrera política, no debe prescribir nunca, lo cual no deja de ser una injusticia, porque con la pena ya ha redimido su delito y tiene derecho, como todo hijo de vecino, a la rehabilitación. Algunos hablan mucho de la redención de penas, pero con excepciones cuando los delitos afectan a sus adversarios políticos. Aun así yo entiendo la polémica suscitada estos días por el PSOE, lo que no entiendo es cómo el equipo de gobierno del PP de Ponferrada, los antiguos compañeros de Ismael, sabiendo ésto acuerdan poner su nombre al centro cívico de Dehesas. He leído a un compañero de partido que la decisión se tomó después de que fuera la propia Junta Vecinal de Dehesas quien hiciera la propuesta. No discuto que los vecinos sientan cariño por un convecino ; pero el actual alcalde y sus compañeros deberían haber previsto la reacción de alguna gente y sobre todo las protestas del PSOE y de importantes grupos mediáticos. Ciertamente hay mucho cinismo e hipocresía en esas protestas, especialmente cuando vienen de gentes que luego no tienen inconveniente en solicitar un indulto para Rafael Vera por la apropiación de 600 millones. Pero repito, tal como están las cosas era algo muy previsible. Por eso me extraña esta propuesta de sus antiguos compañeros. La veo como un regalo envenenado, como si debajo de la mismo se escondieran propósitos nada confesables. Por ejemplo, uno puede pensar que suscitando estas protestas de distintos sectores sociales y mediáticos, Ismael no se atreverá a presentarse en las próximas elecciones municipales como candidato a la alcaldía de Ponferrada. Legalmente puede hacerlo, no en el PP, que este partido también lo ha estigmatizado; pero sí en una candidatura independiente, y posiblemente aún podría hacer mucho daño a sus antiguos compañeros. Puede que esto sean especulaciones sin mucho fundamento, pero me extraña que cuando todavía no se han curado las heridas sociales provocadas por la sentencia de acoso, al PP de Ponferrada se le ocurra hacerle a Ismael este regalo envenenado. Con amigos como estos, para qué enemigos....