Mr. Gundisalve for president

VARIOS institutos demoscópicos norteamericanos me telefonearon ayer. Querían saber para quién sería mi voto en las elecciones presidenciales que hoyse celebran en Estados Unidos y la razón por la que no lo había manifestado todavía, «a pesar, Mr. Marlasca, de que seguimos sus artículos de los martes -ellos dijeron «tuesday»- en «El Diario de León». Me dijeron que era uno de los pocos periodistas españoles que no había expresado aún a cuál de los dos candidatos -Bush y Kerry- apoyaba, con lo que los 25.000 abogados que analizan antes de las elecciones la forma de impugnar sus resultados incluso pensaban que una de ellas es presentar un recurso ante el Tribunal Supremo -yo entendí que, por supuesto, se referían al norteamericano- porque no era posible celebrar las presidenciales de hoy sin que Mr. Marlasca -añadieron- se pronunciara sobre su candidato. Me hablaron de la importancia que esto tenía para el proceso electoral, hasta el punto de que no podían explicarse cómo desde el presidente George Washington hasta nuestro días nada menos que 43 presidentes habían sido elegidos en el país más poderoso del mundo sin que medios y periodistas españoles se hubieran pronunciado sobre los candidatos. Traté de responderles que lo mío era, simplemente, dar la noticia del resultado de hoy y, en el mejor de los casos, hacer un comentario sobre el elegido. Y que yo particularmente estaba más en lo de la Unión Europea y nuestros lazos con Hispanoamérica que en si Kerry fue un héroe del Vietnam y Bush, que no quiso ir a Vietnam, ha hecho su guerra cuarenta años después en Irak, pero desde la Casa Blanca, que es más fácil que en el frente. Pero los institutos demoscópicos, erre que erre, insistían en que me debía inclinar por un candidato. Entonces se me ocurrió lo de Mr. Gundisalve -«gundisalf», pronuncié con marcado acento de Boston, intuyendo que no tenían ni idea del Gundisalvo, genial creación de Mingote en la transición española-, que es -les expliqué- un «outsider» nacido en Estados Unidos, pero hijo de emigrantes italianos -realmente se llamaba Gun Disalvo- que, si no es en estas elecciones, en las de 2008 va a ponérselo muy difícil a los demócratas y a los republicanos. «Pero acabará con Bin Laden, ¿verdad?», me dijeron muy angustiados mis interlocutores... Eso, seguro, les contesté. Y después de un O.K., colgaron el teléfono.