Diario de León

TRIBUNA

De qué hablamos cuando hablamos de cultura en León

Publicado por
ALFONSO ORDÓÑEZ MARAY DIRECTOR DEL INSTITUTO LEONÉS DE CULTURA
León

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ASISTIMOS con perplejidad, y hasta pesadumbre, a ciertas manifestaciones y críticas de todo tipo acerca de lo que necesita este León para salir del enquistamiento en el que parece sumido. Con frecuencia el lamento de mayor eco es la falta de posibilidades, o espacios para la formación y el crecimiento de jóvenes, futuros creadores y artistas en diferentes territorios de la cultura. Este hecho extraña aún más cuando nuestra Universidad despliega buenas dosis de entusiasmo y aumento paulatino de estudiantes, con una notable programación cultural (casi un oasis en la ciudad, al menos en lo que a cine y teatro se refiere). El futuro sigue siendo lo que era: terminar una carrera, aunque sea dentro de la comunidad autónoma, y salir corriendo en busca de otras voces, otros ámbitos en donde iniciar el despegue. De lo contrario navegar en la nada cotidiana esperando que, por fin, venga alguien a buscarnos. Siguen abiertas algunos interrogantes, pero falta de reflexión y puesta en común también por parte de nuestros intelectuales y artístas. Preocupados éstos en buena medida por su propia actividad, pero sin voz en lo colectivo. Incluso algunas excepciones con firma se decantan más por la opinión y el curso de lo político, que por incentivar, remover o proponer lugares comunes. Y esto lo dice alguien que, con toda conciencia, desvió el itinerario pero sin perder nunca de vista las razones para estar aquí apostando por la cultura y las artes escénicas en particular. Pero además, con pleno convencimiento de que son las personas quienes motivan o deshacen ilusiones y empeños. No dejo de observar con preocupación también, que las políticas culturales que se están llevando a cabo en la ciudad carecen de un mínimo criterio y contraste para modificar alguno de los pensamientos mencionados. Desde hace algún tiempo se vuelcan acciones y programaciones arbitrarias que buscan efectos y cifras de asistencia, que, sin embargo, no llegan a ser percibidas la mayoría de las veces por la ciudadanía. Hay mucho que mejorar en la difusión, desde luego, y favorecer iniciativas para la formación y acercamiento de nuevos públicos. En el Fórum de Barcelona se pretendía mover el mundo, millones de visitantes, bajo las buenas intenciones de la paz, la sostenibilidad y la diversidad, y olvidaron a los verdaderos agentes protagonistas y agentes que hacen y viven la cultura día a día. Ahí está la resaca de valoraciones. Aquí con el importante despliegue de infraestructuras como el MUSAC, Auditorio, el Museo de León -que felizmente no será un cibercafé-, la manzana cultural entorno al ILC con el Palacete de Independencia como apuesta para artistas emergentes de todo León, y la Biblioteca, o intervenciones públicas como la de Eduardo Arroyo en Puerta Castillo, o El Apeadero en Tierras de Sahagún, y hasta un recinto taurino, volviendo a la capital, parece que no estamos mal dotados a tenor de las almas que las habitamos. En fin, que León está perfectamente ubicado en el mapa, y quizá haya que repensar si serían convenientes y hasta necesarios un mega aeropuerto o, en esa espléndida zona de la vieja azucarera, un palacio de congresos de difícil ocupación y mantenimiento -sólo el coste de los proyectos de los arquitectos invitados merecerían calificativos hiperbólicos-. Si son oportunos en estos momentos, o si León los merece, son cuestiones de prioridades, o políticas de efecto, pero no de reflexiones profundas para saber a dónde queremos llegar con lo que tenemos, fundamentalmente el activo humano. Quizá sean más del agrado y conveniencia común apuestas futuras como el encuentro internacional de literatura infantil en León (aunque todavía sin contacto con la institución provincial), o el regalo para el estreno mundial de El Quijote de Alicia Alonso (de nuevo protagonismo de la danza, pese a las tres compañías para todo el año en el Auditorio dentro de su programa oficial). Pero también el cada vez más importante certamen nacional de cortometrajes de Astorga, los cursos de composición musical o la fiesta de la poesía en Villafranca, y algunas de las programaciones culturales y escénicas desde Sahagún o Gordoncillo, hasta Villablino, Veguellina de Órbigo, Santa María del Páramo, Cármenes o Santa Elena de Jamuz, por citar algunas de relevancia y en alza, sin olvidar la cartelera del Bergidum en Ponferrada. Hay algunas más, por cierto. En ellas tenemos que empezar a creer para reforzarnos buscando cercanía y diálogo si queremos despertar a este León de cierto letargo, que no de posibilidades reales. Y no caer en la continua tentación del victimismo. Mientras, el concejal de Cultura de la capital critica sin parar todo lo que se mueve, presenta raudo programaciones a los medios, y olvida comunicarlo a sus compañeros de corporación. Molinos sin viento.

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