Lo malo conocido

SI PARA algo han servido las elecciones norteamericanas es para hacer aún más tangible el fenómeno de la globalización; para constatar que vivimos dentro de una red de infuencias que traspasa fronteras y océanos. Querámoslo, o no, el liderazgo norteamericano nos afecta directamente en tanto que determina los grandes equilibrios mundiales. Así lo han entendido los medios de comunicación españoles y europeos otorgando una atención preferente al proceso electoral que ayer se decantó definitiva, y claramente, en favor de George W. Bush. Ganó lo malo conocido y se quedó en la cuneta lo mediocre por conocer. Quizá lo ocurrido tenga también una lectura simbólica en forma de lacerante pregunta en estos tiempos oscuros: ¿tenemos sólo lo que nos merecemos?