Diario de León

LA VELETA

De divisiones yempates

Publicado por
EDUARDO CHAMORRO
León

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LA DENODADA participación vicaria de la prensa en la campaña electoral americana ha dado lugar a una interpretación de la pugna como una epopeya de la opinión europea, altamente ideologizada, frente a unos materiales informativos tratados con un entusiasmo activista y militante. Gracias a ese frenesí hemos gozado de titulares tan pintorescos como los que anunciaban un «empate total» y planteaban un «país dividido». Un «empate total» puede tener sentido para quien conciba un «empate parcial» o a medias con el que contrastar y medir un concepto tan peregrino como el de «empate total». Si hay empate hay empate, y el fenómeno es tal cual sin necesidad de aspavientos melodramáticos o de gramática-ficción. Por otro lado, nadie que recuerde lo que eran los Estados Unidos en el transcurso de la guerra de Vietnam puede referirse a la actualidad de ese país para calificarlo de «dividido». Más bien cabría hablar de un país «equilibrado» en una inestabilidad resuelta con una mayoría de votos populares a favor de Bush. Así las cosas, el triunfo de Bush va a ser una auténtica lata, una pesadez ecuménica. Las administraciones demócratas suelen ser más suculentas y divertidas, mientras que las republicanas no pasan, como mucho, de entretenidas. Bush y su equipo de gobierno garantizan la producción y mantenimiento de un tipo de pesimista lóbrego perfectamente lubricado para dar en pelmazo, así como de una especie de animador cultural tipo Michael Moore, diestro en vender centollos huecos a la santurronería antiamericana. Las administraciones demócratas son expertas, por el contrario, en la producción de pesimistas radiantes y con un punto de gloria improvisada; son gente amena en un espectáculo obviamente ineludible. El resultado de estas elecciones refrenda una política antropológica, coherente con el drama de las Torres Gemelas y adecuada a una paranoia cuyas razones no se ven precisamente mermadas por lo que pasó en Madrid el 11 de marzo pasado, ni por lo que el juez Garzón va poniendo en el tablero. América se siente amenazada y sola. Son sensaciones en las que nos cabe una cierta responsabilidad. Las simpatías por Kerry a este lado del Atlántico se han administrado con tanto atolondramiento que el electorado americano ha podido sentir con un matiz de escándalo cualquier dosis de hipotético repudio hacia la política de Bush. Entre la espada y la pared, el votante ha decidido rechazar a Kerry y laminar al partido demócrata, en minoría en la Cámara y en el Senado. El vencedor se lo lleva todo. Deberíamos haber tomado ciertas precauciones para que no se llevara tanto.

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