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EL BALCÓN DEL PUEBLO

Con los vientos cambiados

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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AQUÍ últimamente pasan cosas muy raras. Hay mucha gente con los vientos cambiados. Los viejos de mi pueblo, sabios por viejos, definían a los raros como «aventados». Hemos tenido que ver cómo prejubilados de la minería salen a escena pidiendo el cierre de empresas mineras. Hemos tenido que ver cómo en un pueblo de La Cepeda consideraban la instalación de una granja de cerdos como actividad molesta e insalubre. Sólo nos faltaba por ver, para completar el trípode del absurdo, que multen a un ganadero por utilizar perros mastines para guardar su rebaño. La Junta ha impuesto una multa de 168 euros al ganadero berciano José Antonio Díez. Contaba con cinco mastines para proteger su ganado. Quienes la propusieron y quien la rubricó son unos ignorantes. El perro mastín es el guardián por excelencia. Sólo falta que los ganaderos coticen por ellos a la Seguridad Social. Mantengo en la retina tres escenas: 1)En Villamanín, dos mastines color canela, pastoreaban al rebaño de merinas. A la caida de la tarde llevó a las ovejas al aprisco. No era necesario cerrar la cancilla. Allí se apostaron los mastines como si fueran soldados en la puerta principal de un cuartel. 2)Alto de Aralla. Bajaba por la ladera un rebaño importante, quizá el más numeroso de Luna y Babia, protegido por media docena de mastines. Al frente, como gran jefe, iba uno atigrado, cabeza poderosa, con carrancas. Se paró a la vera misma de la carrtera, esperó el agrupami ento, miró a derecha e izquierda, y en un ejercicio impecable de estragtegia y protección, lo trasladó hasta la majada. Y 3)Tierras de la Reina, Portilla o Espejos, dirección a Oseja. Un rebaño trashumante bajaba de los puertos para emprender el regreso a Extremadura. Varios mastines negros, como guardias en las garitas del cuartel, se apostaron para protegerlo. Son tres escenas mágicas. Cualquier criador de mastines las puede certificar. Y ampliar. Bueno, pues primero se descuelgan algunas cabezas aventadas con la amenaza de mover la sede del mastín leonés de nuestra provincia y luego con imponer una sanción a un ganadero por utilizarlos para cuidar sus rebaños. Soplan vientos cambiados. Alguien tendrá que pedir explicaciones. Se está perdiendo el sentido común, el del ridículo y no sé cuántos más. ¿Acaso hay que poner las granjas de cerdos en las ciudades? ¿Es que los prejubilados de la mina, una vez ganada su merecida estabilidad socioeconómica, ya no deben ser solidarios con los que aún se parten el alma en las galerías? ¿Tienen preferencia los cazadores sobre los ganaderos?. Si el mastín, gran pastor, no guarda los rebaños, ¿cómo hay que tenerlo: de animal de compañía?. También los hay, claro. Tacho Getino cuidó de un mastín hasta que murió de viejo. Era el perro más popular de León. Se llamaba «Bobo» y era muy listo. Y Tierno Galván, al que se los regalaba mi buen amigo Amadeo Alejandre. Y Antonio Sandoval, ex-gobernador civil de León, que exhibe a diario su mastín por el paseo marítimo de A Coruña. Hace falta menos pijerío, más sentido común y unas administraciones que no hagan caso a la primera tontería que se le ocurra al aventado de turno. No se le pueden poner puertas al campo, ni candados para encerrar a los mastines.

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