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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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SI LAS cosas son tal y como nos las cuentan, el juez Garzón es el suplente de Supermán. ¿Qué hubiera ocurrido si no llega a desarticular esa segunda célula islamista que disponía de tantos kilos de explosivos como pelos tiene la barba del Profeta?. En la celda del tal Addila Mimon se detallaban los objetivos, entre los que se encontraban, y pronto dejarían de encontrarse, dos estaciones de ferrocarril de Madrid, la sede del Partido Popular, la Torre Picasso y el estadio Santiago Bernabéu. Lo que se pretendía era convertir la capital de España en Regiones Desvastadas. Hubiera sido muy sonado. Mientras haya terroristas suicidas no podremos vivir tranquilos los que aspiramos a hacerlo durante muchos años, hasta que el tiempo muera en nuestros brazos. La lucha debe ser contra el fanatismo, que según Voltaire es lo único que ha producido mayores males que el ateísmo, que si bien se mira no ha matado nunca a nadie más que a la esperanza. Lo más curioso del estremecedor programa de festejos que se preparaba es que los integrantes del comando, según nuestro juez por antonomasia, proceden de la delincuencia común. Quiere decirse que son fanáticos del dinero. Más que odiar a gentes de otra raza y otra religión, lo que experimentan es amor por la pasta. Aunque luego se les adoctrine y se les meta en la cabeza, traspasando el turbante, que asesinando a la gente de la calle expían sus pecados y se les abren las puertas del Paraíso, donde hay una gran aglomeración de huríes con el ombligo al aire. Por este procedimiento, mezclado con unas nociones de la «yihad», se ha logrado reclutar a personas, o lo que sean, condenadas por delitos comunes. Se demuestra que en las cárceles no sólo tiene toda incomodidad su asiento, sino que están en pie todas las conspiraciones. Nuestro sistema penitenciario resulta muy apto para que en su seno se creen redes terroristas. Se conoce que en las prisiones hay bastante tiempo libre y en algo hay que emplearlo para entretenerse. El aburrimiento es lo peor.