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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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HAY CONVENCIDOS demócratas que sólo aceptan los resultados electorales en el caso de que el candidato elegido sea el de su preferencia. No deja de ser una forma de entender esa admirable doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno, ya que el pueblo es el primer interesado. En otra época se entendió el comunismo también de una forma peculiar: mucha gente creyó que, entre lo que tenía y lo que le tocara en el reparto, podría solucionar todos sus problemas económicos. Son maneras de adaptarse a los distintos credos en los que el pobre ser humano busca la exigua ración de felicidad posible. Ahora, el triunfo de Bush, incuestionable, está reabriendo las cuestión americana. Los politólogos hablan de una contradictoria división de los Estados Unidos, pero eso no sólo ocurre allí. Su reelección ha sido muy bien acogida en algunos países y en otros ha sentado como un tiro, de los muchos que se siguen disparando en Irak y en Palestina. «América ha hablado y el resto del mundo debería escuchar», ha dicho Tony Blair, pero otros mandatarios prefieren taparse los oídos y ser ellos los que hablen. Están decepcionados y ofendidos, pero eso no es lo peor, sino que aún no pueden disimularlo. La hipocresía es una virtud política de primera magnitud. Maquiavelo dice: «Todos ven lo que tú aparentas y pocos advierten lo que tú eres». En unas elecciones reñidas, ningún Jefe de Gobierno de un país extranjero debe mostrar de modo rotundo su simpatía o antipatía por uno de los candidatos. Tiene, más o menos, un 50 por ciento de posibilidades de acertar y las mismas de quedar como un pardillo. Usted y yo sí podemos expresarnos con escasa reserva y decir que entre Bush y otro siempre hubiéramos escogido al otro, pero un líder político en ejercicio debe abstenerse si no quiere correr el riesgo de que le den el carné de gilipollas, compatible con su alto tratamiento. Al Qaeda amenaza a Estados Unidos con el infierno por haber reelegido a Bush, pero Bush amenaza con el limbo a los que deseaban que el elegido fuese Kerry.