Diario de León

SIETE DÍAS

Frustrados en la gresca

Publicado por
FERNANDO ALLER
León

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LA FRUSTRACIÓN guarda una relación directa con la magnitud de las expectativas creadas. Posiblemente el interés había sido exacerbado sin límite, así que tal vez sea lógico lo que ocurrió, que la decepción rayó en el desengaño. Y no por una vez, sino en dos ocasiones consecutivas con tan sólo 48 horas de diferencia. Demasiado para una provincia acostumbrada a recibir chascos políticos. No es de extrañar el chiste de un perspicaz compañero: «Zapatero va a construir un Inteco para meter dentro a la Escuela de Pilotos de Aznar». Pero vayamos por partes. Lunes. Cumbre hispano alemana en León. El canciller alemán, Gerhard Schröder, y cinco de los ministros de su gabinete se entrevistaron con sus homónimos del gobierno español. José Luis Rodríguez Zapatero cumplía así con uno más de sus compromisos. Nada que objetar al gesto y aplausos para una iniciativa que llevó a León al conocimiento de los ciudadanos del mundo, fundamentalmente del resto de Europa. Un excelente escaparate turístico que seguramente sabrán aprovechar los tour operadores y los artesanos de la cecina. Pero nada más. León confiaba en una respuesta concreta al grave problema que se cierne sobre el futuro del azúcar. Se esperaba alguna manifestación sobre el reparto de los fondos estructurales y de cohesión, fundamentales para una comunidad autónoma como la nuestra, que abandona los márgenes de la pobreza oficial comunitaria, sin haber alcanzado los mínimos necesarios en materia de infraestructuras y desarrollo industrial como para competir con otras regiones de nuestro entorno. El glamour de la visita se quedó en oropeles vacuos. Sorprendió que el presidente Herrera no se desplazara a León para agasajar a los ilustres visitantes a la comunidad autónoma. El motivo de la ausencia fue el viaje que el jefe del Ejecutivo de Castilla y León realizó a Estados Unidos para visitar algunas empresas relacionadas con la investigación biológica y las nuevas tecnologías. El alcalde de la ciudad, Francisco Fernández, no dudó en recriminar el desaire y, de paso, pidió a los populares la misma vara de medir cuando de enjuiciar ausencias se trata. Hace una semana una concejala del PP y el alcalde estuvieron unos días entretenidos lanzándose dardos a propósito de una misa a la que no acudió el socialista Fernández, lo que llevó a éste a aconsejar a la edil del PP que profesara hábitos religiosos si el asunto le interesaba tanto. Pero más allá de las frivolidades, el enfrentamiento entre el alcalde leonés y el presidente de la comunidad subió de tono cuando se supo que Herrera se traía debajo del brazo el compromiso de Microsoft para instalarse en «un punto» de Castilla y León, indeterminación que algunos han querido interpretar como una apuesta en favor del parque de Boecillo de Valladolid. El tiempo desvelará intenciones. En todo caso, el alcalde leonés ha reivindicado el centro para León, por entender, en buena lógica, que el futuro Instituto Nacional de las Comunicaciones constituirá el mejor marco para albergar un proyecto relacionado con la telefonía móvil. Oportuna petición, sin duda, que al mismo tiempo desvela lo peligroso que resulta ejercer la crítica sin fundamentos que la sustenten, porque si los proyectos firmados en Washington y Seatle fructifican, habrá que convenir que mejor estaba el presidente de viaje por el extranjero que formando parte de la comitiva de recepción del canciller. La vicepresidenta cubría las exigencias del protocolo. No terminaron el lunes las frustraciones. Para el miércoles se había anunciado la visita del ministro de Industria, José Montilla. El mismo grado de ansiedad. Por fin se iban a desvelar los detalles del prometido Inteco. Los leoneses podríamos conocer qué es realmente lo que prometió Zapatero a sus paisanos en la campaña electoral. Craso error. El ministro anunció la creación de una comisión con el fin de definir en qué consiste el famoso instituto tecnológico, un centro que, en el mejor de los casos, no comenzará a construirse hasta el año 2006. El año 2005 y un exiguo presupuesto de 1,5 millones de euros se invertirán en realizar el proyecto de algo que al día de hoy se desconoce. Descorazonador. Precisó más el ministro: dijo que una cosa son las promesas electorales y otra diferente la acción del Gobierno. ¿Pero a qué vino el ministro?, se preguntaban los periodistas que esperaron durante hora y media su llegada para iniciar a continuación una persecución que tampoco conduciría a mayores explicaciones. No parece extraño que los escépticos aumenten con la misma rapidez que disminuyen los optimistas. Las relaciones entre el PSOE y el PP no son buenas en general. Aún no han restañado las heridas de las pasadas elecciones. Situación que en el caso concreto de León se ve agravada por la disputa permanente por la Alcaldía. Cada día que pasa el camino de salida aparece con mayores brumas. Tal confusión existe, que el pasado viernes el presidente Herrera decía en León que resultaba inminente la confirmación del pacto entre UPL y el PSOE, se supone que con la aquiescencia de Rodríguez de Francisco, porque de lo contrario sería como firmar sobre el agua. Lo curioso no era este detalle, sino que el propio secretario general de los leonesistas, Joaquín Otero, desmentía al presidente Herrera y precisaba que las conversaciones no estaban rotas con nadie y que, por lo tanto, no había nada decidido. Entre tanto, todos miran hacia Rodríguez de Francisco. Los unos esperando que firme ese abultado contrato que el interesado no desmiente y que tampoco concreta, con la condición exigida por quienes se lo ofrecen de que abandone la actividad política. Puente de oro a quien se va para que la UPL incorpore a sus filas al concejal fiel que precisa para consolidar el pacto con los socialistas. Una renuncia que nos consta en estos momentos está en su cabeza, pero probablemente no con determinación similar en su corazón. Los populares aspiran a que el máximo impulsor del movimiento leonesista no claudique ante tentación tan suculenta. Supondría un varapalo definitivo a las aspiraciones por recuperar la Alcaldía. De Francisco deshoja la margarita, sus antiguos compañeros de partido viven en un sin-vivir porque el personaje resulta impredecible y, consecuentemente, tampoco están seguros de que un día se desayunen sin novio y como invitados de piedra de una boda ajena. Sigue siendo el más listo. Se ríe de todos y no se descarta que, en caso de firmar el famoso contrato, la cosa acabe en carcajada.

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