DESDE LA CORTE
Quince días para la verdad
DENTRO DE dos semanas sabremos casi todo lo que se puede saber de la masacre del 11-M. La comisión de investigación parlamentaria entra en su recta final. Mañana prestará declaración quien era entonces secretario de estado de Seguridad, Ignacio Astarloa. El lunes, 22, José María Aznar. Y una semana después, el día 29, el presidente actual del Gobierno. Serán, al menos desde el punto de vista mediático, las tres sesiones más interesantes. Astarloa y Aznar tienen todas las claves y algunas acusaciones sobre la oscura jornada de reflexión. Zapatero tendrá la oportunidad de replicar, si hay acusaciones directas a su partido. Ayer escuché en la radio al presidente de esa Comisión, Paulino Rivero, y estaba satisfecho de los trabajos realizados. No estoy seguro de que la sociedad española piense lo mismo. La busca de la verdad de esa tragedia se ha desarrollado en tres escenarios: Congreso, Justicia y medios informativos. ¿Cuál es el balance? El Congreso ha sido meticuloso y estricto con varios personajes, pero ha sido incapaz de levantar alguna novedad importante; sólo detalles menores para ayudar a los partidos a sostener sus tesis. De la Justicia no se puede hacer un examen porque está en pleno proceso de instrucción, y ayer se celebró el primer juicio. Las mayores novedades han sido descubiertas por los medios informativos, aunque fuese a través de filtraciones del Gobierno o los tribunales. Exceptuadas esas aportaciones, seguimos en la confusión. Sigue siendo polémica la conexión de los islamistas y ETA. Nadie se explica la seguridad de algunos jueces y políticos próximos al gobierno para negarla, ni la seguridad del PP para afirmarla. Sólo ayer se cesó al jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Gijón por haber ocultado datos fundamentales para la investigación e incluso para haber evitado los atentados. Cada vez que el portavoz de uno de los partidos mayoritarios dice algo, es para acusar al adversario. Y, en cuanto a la declaración de los confidentes, tampoco se entiende que las peticiones del PP encuentren una negativa radical en el partido del gobierno. Ante todo esto, el cronista intenta ponerse en la piel de los familiares de las víctimas, y sólo le sale una pregunta: ¿nos están tomando el pelo? No creo. No es posible. Pero esa pregunta está ahí. Por ello, cuando se aproximan los últimos testimonios, habría que decirles a las tres personalidades que van a declarar: señores, suya es la responsabilidad. Astarloa lo tiene que saber todo. Aznar, también. Y Rodríguez Zapatero ya ha visto suficiente información. Pueden no contarlo todo; pero no deben mentir en asunto tan grave. Si usan sus conocimientos con fines partidistas, dejarán herido a este país.