Seguir investigando

LA TENACIDAD es una virtud indudable, pero rara vez se combina con la inteligencia. En un momento de indudable exageración, mi tío carnal electo Manuel Machado dice: «yo no he visto más que tontos que tuvieran voluntad». Ahora se insiste mucho en mantener hipótesis, que es menos comprometido que sostener tesis, y se habla, a veces por hablar, de la colaboración ETA-islamistas en el abyecto atentado del 11-M, que tanto y por tanto tiempo ha marcado a la sufriente población de Madrid. Pobre, grande y querido Madrid. Ciudad mártir, ciudad sitiada en otros tiempos y ciudad manifestódromo en éstos. El apagón que provocó el caos en el metro, los trenes y el tráfico hizo que los madrileños vieran fantasmas, siempre visibles cuando no hay luz. Todo el mundo rememoró el inicuo ataque aquel, cuando estábamos tan mal defendidos. Lo seguimos identificando. «Estamos al principio de algo y nos quedan muchas cosas por saber», ha dicho el ex secretario de Estado, Ignacio Astarloa. Para luego es tarde. El PSOE, que no arde en deseos porque destina su combustible a otras cosas, quiere liquidar el enojoso asunto cuanto antes y ha dicho que podría haber más comparecencias, pero «en cualquier momento hay que poner punto final». Hay cosas que conviene aclarar, pero sólo hasta cierto punto. Es mejor desviar las conversaciones y, en otros casos, las conversiones. El número dos de Acebes ha calificado de «desastre» los fallos policiales que se registraron en la luctuosa fecha. No menos desastrosa es la circunstancia de estar a las órdenes de su número uno, pero allá él. Lo que conviene es hablar del hallazgo barcelonés del posible ancestro común a los hombres y los grandes monos. Le han bautizado como Pau , en vez de llamarle Carod, que hubiera sido un homenaje más coherente. Parece que, hace trece millones de años, quinquenio más quinquenio menos, podía caminar erguido. Sólo pesaba 35 kilos. Mucho menos de lo que pesaban los maletines de dinero que la Audiencia investiga si ERC ha trasladado a Suiza.