Aconsejar no es caro

HAY TANTA gente que sabe cómo hacer bien la cosas, incluso cómo hay que hacer la declaración de la renta para pagar menos, que llueven los consejos. George L. Argyros, que abandonó ayer España, tras cumplir tres años como embajador de los Estados Unidos, recomienda una mayor fluidez en las relaciones, no sin antes decir que el presidente Zapatero, también conocido como «El rey de la selva», cometió un error al mostrar su preferencia por Kerry. Como buen diplomático, no atribuye esa equivocación a una actitud imprudente o una presunta penuria de neuronas del jefe del Ejecutivo, sino a su bisoñez y falta de experiencia, pero no se recata en decir que dicha actitud ha terminado por generar un problema. Suavemente confía en que la relación mejorará, o sea, que nos aconseja que, por nuestro bien, la mejoremos. Francisco Vázquez, el eficiente alcalde de La Coruña, lo que aconseja es que hagamos poco caso a «las tonterías de Carod», ya que en su opinión no hay nada que las justifique. Está convencido de que hay presidentes autonómicos y partidos nacionalistas cuyo rancio empeño es volver a la España feudal. Recomienda sensatez, del mismo modo que los informes de los servicios antiterroristas recomiendan cautela ante un posible anuncio de tregua de ETA. A la banda, que ordenó asesinar a uno de los asesinos de «Yoyes», se le exige como primer requisito que entregue las armas. Lo que en definitiva se aconseja al Gobierno es no compartir mesa de negociaciones mientras haya pistolas en vez de agua mineral. Los pareceres y dictámenes que se dan para hacer o para dejar de hacer una cosa suelen ser buenos y bonitos, pero sobre todo son baratos. Lo que ocurre es que, como su adquisición es casi gratuita, no se les da valor y se despilfarran. Los chinos tienen un refrán que asegura que los buenos consejos penetran en el corazón del sabio, pero se detienen en las orejas de los malvados y de los tontos. Hay que preguntarse si los tontos y los malvados no serán los mismos. Quizá no. Quizá sean dos calles que confluyen en la misma plaza.