Diario de León

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ESTÁ CLARO que a «Curro» Moratinos se le calentó la boca. Desde luego no es habitual que un ministro de Asuntos Exteriores hable como él lo hizo, señalando al Gobierno Aznar como responsable de haber apoyado el golpe de Estado que hace dos años le dieron a Hugo Chávez. Los diplomáticos no hablan así. Es verdad. Pero también lo es que hay memoria de que las cosas fueron tal y como se contaron en su momento y nadie puede negar que el entonces presidente Aznar habló con el golpista Pedro Carmona (autodesignado presidente) y tampoco que el embajador Manuel Viturro de la Torre en unión del norteamericano Safiro desempeñaron un activo papel político entablando conversaciones con los protagonistas de la asonada, asumiendo, a la postre, el golpe de Estado. Eso es lo que quiso recordar Moratinos, aunque lo dijo de tal manera que sus palabras le colocaron fuera de los usos y costumbres del mundo diplomático. Pero recordemos lo que Shakespeare le hacía decir a una de sus criaturas: «La verdad es la verdad dígala Agamenón o su porquero». Así que tengo para mí que sobre la cuestión de fondo haría bien Mariano Rajoy en no profundizar en exceso cuando el imprudente señor Moratinos acuda a la Comisión de Exteriores del Congreso porque alguien podría recordarle que cuando quedó fechada aquella penosa actuación del Ejecutivo que presidía Aznar, él, Mariano Rajoy, era vicepresidente. Como acreditan en silencio las hemerotecas que guardan memoria fiel de los comunicados que se publicaron por aquellas fechas. En este asunto, quienes formaron parte del anterior Gabinete tienen el techo de cristal.

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