Pactos en la niebla

LA NIEBLA envuelve la ciudad. Dicen por Fresno y esos pueblos de la vega del Esla que hay novenario; o sea que cuando la niebla empaña tres días, continúa durante nueve jornadas al menos. Y así andamos todos, más o menos nublados. Entre la niebla las cosas parecen sucederse a ritmo de moviola, difusas y confusas. No es que no haya cosas más interesantes para escribir que el tiempo, pero es que la niebla es propicia para describir el clima político. Como si se hubieran confabulado las energías del nuevo pacto municipal con los efectos meteorológicos de los pantanos sobre la provincia. El pacto del PP con los tránsfugas de la UPL quiere operar como una moviola; regresar al 14 de junio de 2003 y rectificar la orientación de los votos. Pero han pasado dieciocho meses que, por más que algunos lo deseen, ya no se pueden borrar. Así es la vida; no hay marcha atrás. La cosa es muy simple: Amilivia aprovecha la oportunidad que le dio la ruptura de la UPL. Ese es el punto de partida y no hay otro. Desde julio, el alcalde socialista, Francisco Fernández, sabía que esto podía ocurrir aunque fuera una posibilidad entre mil. Porque la una podía ser más fuerte que las otras 999 juntas si se trata de no perder el tren del poder. Cuando la niebla despeje y se sucedan las heladas para curar la matanza, cuando llegue el congreso del PP, se sabrá la rentabilidad que el pacto ha tenido para Mario Amilivia. Si es capaz de sobrevivirse a sí mismo, después de la resurrección, o el ciclón de su partido lo engulle en la espiral de las luchas internas.