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Publicado por
PEDRO RABANILLO MARTÍN
León

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LA POLÍTICA en un estado de derecho debería discurrir por causas que sean estrictamente democráticos, evitando cuidadosamente los riesgos de precipitarse en el abismo del descrédito y la adversidad de los fines. Después de celebrarse en León los comicios municipales, ateniéndose a los resultados que arrojaron las urnas, lo lógico sería que los patos ya establecidos hubieran permanecido inalterables; amén de que el partido mayoritariamente votado formaba tanden de los anteriores acuerdos. No obstante, las reglas del juego democrático acogen en su seno malabarismos interesados, que dan derecho a legitimarse mediante la fórmula matemática de la mitad más uno, hasta en el más exiguo de los casos. Una vez formalizado el pacto entre el segundo y el tercero de la convocatoria, inapelablemente legitimado, y obligadamente aceptado por el equipo que pasó a la oposición; la tarea de gestionar la institución compete por igual a los unos y a los otro s , siempre teniendo en cuenta la jerarquización de los cargos y el reparto de las tareas a realizar. Practicar el consenso sería de bien nacidos y redundaría en beneficio de los ciudadanos/as de esta querida ciudad. Esta breve exposición a título personal, basada en la modestia de nuestra preparación, nace del sincero deseo de pedir el máximo respeto para los leoneses/as que formamos esta sociedad, ante los malos augurios de una inoportuna desestabilización del actual Consistorio, creemos sinceramente que por la simple venganza de algunos personajes que repiten sus inicuas intenciones, al no haber alcanzado la cuota de participación a su favor en las pasadas elecciones, por las que habían apostado fuerte. Que el señor Rodríguez de Francisco protagonice estos penosos acontecimientos no es para rasgarse las vestiduras. Su trayectoria a lo largo de la su carrera política ha consistido en obviar con inteligencia la hipocresía y el cinismo que le caracterizan, vendiendo un «amor» fidelísimo a León, ganando adhesiones incondicionales de todos aquellos/as que, como el que suscribe, entregamos sin reservas. Desde este humildísimo escrito pedimos a los políticos de los partidos en cuestión que traten de parar este baldón administrativo con que quieren «obsequiarnos» y nos devuelvan el respeto que merecemos. El sentido común debe imponerse a pretensiones barriobajeras que nos acarrearán una serie de perjuicios insospechados como los que puntual y desgraciadamente venimos padeciendo. Mientras en el resto de la comunidad las formaciones políticas rivalizan en reivindicar lo más a sus aspiraciones, en este sufrido León se pegan por conseguir lo menos a nuestros deseos. En lo que atañe al Partido Popular, en cuanto a su participación en este penoso incidente, pensamos sinceramente en una inoportuna decisión de aceptar un cambalache de estas características, que lo único que puede aportarle es una merma sustancial de sus aspiraciones a recobrar el consistorio; dada la no muy lejana convocatoria a tal fin. Más sensato sería que ofrecieran su colaboración a conseguir la ejecución de los proyectos que desde las Administraciones central y autonómica nos tiene anunciados. La paciencia es una virtud que suele dar buenos dividendos en política. Lo contrario es lanzarse al vacío de lo imprevisible. La misión del Partido Socialista consiste en infundir confianza a los ciudadanos/as dada su privilegiada posición a nivel institucional, traduciendo en beneficios los anuncios que José Luis Rodríguez Zapatero ha lanzado desde su acceso a la Moncloa. No deberían echar en saco roto estas posibilidades. Los predecesores de José Luis en el alto estamento gubernamental le han marcado el camino a seguir, ya que se volcaron en ingentes beneficios en sus respectivas provincias y comunidades, sin ruborizarse; dejando bien sentada de quien manda, manda. No sería justo que se duerman en los laureles y aprovechen esta coyuntura en beneficios personales, dejando a un lado las obligaciones que han adquirido desde su acceso al ayuntamiento. Esperemos que su principal regidor en un alarde de sensatez, cualquiera que sea el resultado de este esperpéntico evento, garantice la continuidad de los planes establecidos para llevarlos a su ejecución. Aún somos optimistas que haya tiempo para parar este descabellado contratiempo. Por último, dentro de unas modestas posibilidades tratamos de aconsejar a los máximas exponentes de la Unión del Pueblo Leonés que esta formación debiera continuar, ya que resulta muy arriesgado dejar la política, tanto provincial como municipal, a la implacable imposición de los mandarines privilegiados que nos imponen desde las altas instancias de los partidos, de alcance nacional. Un freno al mangoneo desenfrenado desde los cenáculos foráneos aconsejan su continuidad; aunque es imprescindible que la imagen que se proyecte sea bien recibida por aquellos que aún creemos en esta formación política, y que de alguna manera contribuyamos a conseguir el afecto de aquellas personas que siguen siendo suspicaces, por la mala gestión hasta la fecha. Manos a la obra y a generar en lo posible aquella simpatía que despertó en una etapa no muy lejana.

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