La ciudad de la niebla

NOVIEMBRE es el mes de las nieblas. Todos los años por estas fechas, Ponferrada desaparece de la vista, emboscada detrás de unas brumas que parecen emerger del fondo del río Sil y que lo ocultan todo durante días; las calles, las casas siguen ahí, pero no podemos verlas; los hombres son sombras, las farolas, estrellas. Y los proyectos, promesas. La niebla que envuelve Ponferrada parece, estos días que tanto se habla de la Ciudad de la Energía, una metáfora del compromiso electoral de los socialistas. Los 311 millones de euros prometidos para construir una veintena de edificios y crear 8.500 puestos de trabajo se han quedado en poco más de un millón en los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año. Y ésa no es una buena señal, aunque el PSOE aún tenga unos años más para cumplir su palabra. Como tampoco lo es que funcionarios del Centro de Investigaciones Medioambientales y Tecnológicas del Ministerio de Industria estén preguntando en administraciones gobernadas por el PP por la repercusión que debería tener el proyecto. Eso es algo que el Ministerio debería tener muy claro a estas alturas. Cuanto más altas son las expectativas, más duele la caída. En el PP han visto la niebla y no han dejado de criticar a los socialistas por la indefinición y los titubeos que demuestra el escaso compromiso presupuestario del Gobierno. Es su labor de oposición. A otros les tocará despejar las brumas, cumplir las promesas, y si no pueden, afrontar las consecuencias. La inversión que ya no verá Ponferrada, por desgracia, es la de la multinacional Rieter Saifa, que fabrica piezas para la automoción. Desde Valdeorras, que es donde se ubicará la fábrica, se dice ahora que eran pocas las posibilidades que tenía la capital berciana de competir con A Rúa y atraer al Bierzo una inversión de 10 millones de euros para crear 160 empleos. Que el proyecto se haya desvanecido en la niebla de noviembre debería servir para que más de uno reflexionara sobre lo sucedido. O bien los incentivos de la Junta de Castilla y León no son suficientes para competir con las ayudas de la Xunta de Galicia, lo que resulta preocupante a la hora de impulsar el macropolígono industrial del Bayo, o bien la multinacional sólo ha usado a Ponferrada como cebo para negociar mejores condiciones del Gobierno gallego. La inversión de Rieter Saifa ha volado y la de la Ciudad de la Energía, esperemos que no, puede acabar siendo ciencia ficción. Lo que no es ciencia ficción, aunque a veces lo parezca, es la aportación de una firma berciana a la antena de espacio profundo que la Agencia Espacial Europea (ESA) construye en la localidad abulense de Cebreros. La empresa de montajes Metalnor está al final de la cadena de subcontratas millonarias, pero su trabajo de precisión, topografiado al milímetro, no es menos importante por eso. Metalnor lleva desde marzo montando una antena de más de 40 metros de altura que servirá para comunicarse con las sondas espaciales que explorarán la Luna, Mercurio y Venus, y transmitir instrucciones a aparatos que naveguen hasta seis veces la distancia con el Sol. Y eso es así, aunque en noviembre la niebla no nos deje ver las estrellas.