DESDE LA CORTE
Aznar en estado puro
DATOS NUEVOS, lo que se dice nuevos, no hubo. Sólo deslizó alguna indiscreción sobre conversaciones telefónicas con Zapatero. Por tanto, nadie puede decir que el señor Aznar, después de tantas horas de declaración y suplicio, ha hecho alguna aportación trascendente a la historia. No es que «nos haya tomado el pelo», como dijo el portavoz socialista. Es que desde el primero al último minuto de su intervención se mostró seguro de lo que hizo y dice. Tiene su verdad, está convencido de ella, piensa que es la única -porque los otros sólo buscan intereses parciales-, y está dispuesto a que esa verdad prevalezca sobre todas las demás que se han dicho en estos ocho meses. Con ese fin, que es radicalmente noble, el señor Aznar habla y responde sin ningún complejo. Se considera fuera del debate político, y reparte estopa con la misma contundencia que cuando la repartía en las sesiones de control al gobierno. Es decir, en defensa propia. Acusa a sus críticos de lo mismo que le han acusado a él: de engañar y manipular a la opinión pública con fines electorales. Arremete directamente contra el Grupo Prisa y, de forma muy concreta, contra la Cadena SER, con la acusación más brutal que ningún político, en activo o retirado, ha hecho contra un grupo o un medio de comunicación. Es el José María Aznar que no perdona ni olvida. El Aznar que conserva intacta su memoria, pero también su capacidad para herir a quien le ha herido y pasar factura de las injusticias que se cree que se han cometido con él. El Aznar con todas las llagas abiertas, desde la reunión de Carod-Rovira en Perpiñán a las atribuciones de autoría de ETA en conversaciones privadas. El Aznar que hace una narración muy seria, muy documentada, muy sólida, pero que también tuvo mucho de revancha ante todas las agresiones que tuvo que sufrir. Y el Aznar que ayer aprovechó la oportunidad que tenía para decir todo lo que no podía decir cuando era presidente en funciones. «Aznar en estado puro», dijo Eduardo Zaplana, portavoz parlamentario del PP, a los periodistas. Es verdad: José María Aznar en estado puro. Sólo hubo algo que lo condicionó: el miedo a los comentarios que hoy se publiquen. Por ese temor, estuvo comedido, como para evitar que le acusen de crispación. Estuvo agresivo con los adversarios, pero de forma más suave que en otras intervenciones. Demostró que hay coordinación dentro del Partido Popular, y no se contradijo nunca con lo declarado por otros comparecientes. Y dejó el sabor de boca que dejan siempre estas grandes ocasiones: más convencidos a los previamente convencidos; dudosos a los escépticos. ¿Y el resto? Pues vaya usted a saber. No creo que haya nadie -ni siquiera Mariano Rajoy-que haya seguido entera la declaración. Nadie es tan masoquista.